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Sol Otto Oliván Al levantar la vista
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Arriba el telón

Sol Otto Oliván Al levantar la vista
02 diciembre 2024
“No olvides que es comedia nuestra vida/ y teatro de farsa el mundo todo…/Haz el papel que Dios te ha repartido,/pues sólo está a tu cuenta/hacer con perfección el personaje/en obras, en acciones, en lenguaje…”.
Francisco de Quevedo

Un poco antes que Calderón de la Barca en El gran teatro del mundo, Quevedo nos habló de la vida humana como un gran teatro en el que cada personaje ha de representar su papel y antes aún lo hicieron Platón, Séneca y los estoicos. Calderón escribió un Auto Sacramental hermoso y un tanto sobrecogedor. Los personajes están repartidos, sí, pero el autor avisaba de la importancia de vivir de acuerdo con los valores y principios: todas las elecciones tienen consecuencias. Así, al final de la representación los personajes se presentan al Autor que convida al banquete (eucarístico) a los que han interpretado bien su papel.

Que los papeles están ya repartidos es una idea que se repite en Pirandello en Seis personajes en busca de autor, pero aquí el Director del teatro es la autoridad y su poder se ve desafiado por unos personajes rebeldes que la cuestionan. A Pirandello lo leíamos mucho cuando llegamos a la Universidad, un autor moderno, diferente, pero no habíamos olvidado a Calderón, a quien estudiamos antes, claro, en aquel bachillerato ya lejano en el que los clásicos estaban muy presentes y cuyos versos, muchos, se quedaron en la memoria y no han salido ya.

Hace unos días vi en teatro la obra de Pirandello, que había leído, pero no la había visto representada y no sé por qué le di vueltas de una forma extraña porque la llevé al terreno de la política y me estremecí. Igual todos nacemos ya con una marca de derechas o de izquierdas, de rojos o azules en esta España nuestra – más rojos aún, más azules incluso, que hay variaciones sobre el mismo tema–. Igual por eso pueden hacer los nuestros, sean cuales sean, las mayores fechorías, los estragos más increíbles, las felonías más impensables. Igual por eso pueden los nuestros, sean cuales sean, contarnos historias impresentables, infantiles, absurdas y no podemos hacer sino creerlas porque para eso hemos nacido con esa marca de fábrica que seguirá con nosotros durante toda nuestra vida. Igual por eso, cuando se va a votar, se coge la papeleta de siempre, aunque los nuestros, sean cuales sean, hayan perpetrado todo tipo de aberraciones, aunque no hayan cumplido nada de lo que prometieron, incluso aunque hayan hecho lo contrario de lo que prometieron. Quema en las manos la papeleta, pero va a la urna.

Pero si sigo con Pirandello, cabe rebelarse contra el director de la obra, el personaje puede desafiar a la autoridad, desde esta lectura. O con Calderón y la importancia del libre albedrío, del que tanto nos hablaron en mi adolescencia. Nos han dado un personaje, pero usando nuestra libertad podemos decidir cómo actuar desde el propio personaje y vivir de acuerdo a nuestros valores. La libertad bien entendida, que no se casa con nadie. Mi papel ahora, aquí, es el de escribir estos pensamientos. El suyo, querido lector, el de leerlos o no. Y como reflexión, no está mal para celebrar el próximo aniversario de nuestra Constitución.

Arriba el telónPdta. Hablando de teatro, a quien corresponda: cuando vengan a representar alguna comedia al teatro de nuestra ciudad, habrá que indicar a la Compañía que se abstengan de incluir frases facilonas que no estaban en el guion, sobre los tomates de Barbastro, su equipo de fútbol o las tortetas –como ocurrió no hace mucho–. No somos espectadores de segunda. Y ni por asomo coreemos con risas semejante patochada. En esta ciudad amamos el teatro de verdad.

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