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Barbastro hace honor al nombre de la Unión Deportiva Barbastro

El FC Barcelona venció por 4-0 a la UD Barbastro en un encuentro en el que el resultado fue lo de menos

Los jugadores aplaudieron a los aficionados al acabar el partido. Fotografía: Jorge Mazón García
Jorge Mazón García Mazón García
04 enero 2025

La tarde de este sábado ha quedado grabada en la historia de Barbastro. Las calles de la ciudad, habitualmente tranquilas, se transformaron en un hervidero de entusiasmo ante la llegada del FC Barcelona, uno de los equipos más imponentes del panorama futbolístico mundial. En el imponente Municipal de los Deportes, 6.000 almas se congregaron para ser testigos de un duelo que iba más allá del fútbol: era un segundo episodio de la epopeya moderna entre David y Goliat.

El día comenzó temprano para los habitantes de Barbastro. Mientras algunos aficionados se desplazaban al partido entre el Huesca y el Betis debido a la cercanía, y muchos otros optaron por reunirse en los bares del centro de la ciudad para disfrutar de un sábado de Copa del Rey. El ambiente estaba impregnado de expectación. La llegada del FC Barcelona, aunque no fuese un acontecimiento inédito tras el encuentro de la temporada pasada, despertaba un cosquilleo especial. Se trataba de una nueva oportunidad para soñar, para que el Barbastro, equipo humilde pero lleno de corazón, volviera a desafiar a los gigantes.

Cuando los dos autobuses llegaron a la rotonda del parque de La Paz, la ciudad entera se detuvo. Envuelta en humo rojo y blanco y acompañada por el destello de bengalas, la recepción fue un espectáculo digno del preludio de un acontecimiento épico. La multitud rugió, uniéndose en una marcha que inundó las calles camino al estadio. Al entrar, el tifo desplegado sobre las gradas lo decía todo: “Barbastro abraza su sueño”. El barbudo del escudo de la ciudad, con la Copa del Rey entre sus brazos, simbolizaba la lucha y la esperanza que aquel momento representaba. Pero sobre todo, la UD Barbastro quería hacer honor a su nombre, que fuese una jornada de Unión, que fuese Deportiva y que lo disfrutase Barbastro.

El partido comenzó y pronto quedó claro que la tarea sería titánica. Hansi Flick, entrenador del FC Barcelona, alineó un equipo plagado de estrellas que no tardó en imponer su ritmo. En los primeros minutos, los catalanes pusieron a prueba a Arnau Fábrega, el guardián bajo los tres palos del Barbastro. El portero respondió con valentía, realizando paradas espectaculares, como la que detuvo un remate a bocajarro de Araujo en el minuto 20.

Sin embargo, el muro rojiblanco empezó a ceder. En el minuto 21, Eric García abrió el marcador tras un pase de Araujo. Poco después, en el 30, Lewandowski amplió la ventaja con un cabezazo imparable. A pesar de la desventaja, el Barbastro no se rindió. Javito tuvo una ocasión en el 31 con un disparo desde la frontal, pero el portero blaugrana desbarató el intento.

Tras el descanso, el Barcelona continuó su embestida. Lewandowski anotó el tercero en el 46, aprovechando un desajuste defensivo. El último tanto llegó en el 55, tras un error en el desplazamiento de Fábrega que Pablo Torre transformó en gol. Pero más allá del resultado, la verdadera historia se escribió en las gradas y en el espíritu de una ciudad.

El partido también dejó un susto que paralizó el corazón del estadio. Jaime Ara, en un choque de cabezas, quedó tendido en el suelo. El silencio invadió el recinto, rompiendo momentáneamente la atmósfera festiva. La preocupación se disipó horas después, al confirmarse que el jugador estaba consciente y que el incidente había quedado en un susto.

A pesar de la derrota por 4-0, la UD Barbastro demostró que el resultado era secundario. La verdadera victoria residía en haber llegado hasta aquí, en haber reunido a toda una ciudad en torno a un sueño compartido. La ovación a Arnau Fábrega al ser sustituido fue un homenaje a la entrega de un equipo que, aunque pequeño en recursos, es inmenso en coraje. El aplauso final, compartido entre jugadores y afición, cerró una jornada que quedó inscrita en la historia del deporte barbastrense.

La Copa del Rey, con su magia inigualable, permitió al Barbastro enfrentar de nuevo a un coloso. Una vez más, David plantó cara a Goliat. Mientras las luces del estadio se apagaban y la multitud abandonaba el recinto, quedaba en el aire una sensación de orgullo. Barbastro, una ciudad que nunca deja de soñar, demostró que la grandeza no se mide solo con victorias.

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