Quizá, en estos momentos, nos puede ayudar la libertad, la inteligencia y hasta el coraje del papa Francisco que, en su última Exhortación Apostólica Laudate Deum, ha hablado claro sobre cómo podemos ayudar a cambiar nuestro planeta.
En este segundo domingo de febrero nos unimos a los objetivos y a la Campaña de Manos Unidas que cada año nos convoca a mirar de frente las necesidades del mundo. Manos Unidas es la Asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo de los países más empobrecidos y con injustas desigualdades.
Manos Unidas pide dignidad para liberar a la humanidad de la pobreza, del hambre y de la desigualdad. La amenaza climática nos exige cuidar nuestra casa común y Manos Unidas nos dice que hay posibilidades de hacer frente a las adversidades climáticas y a las injusticias sociales siendo simplemente humanos. En su lema de este año nos dice que la única especie capaz de cambiar el planeta es la especie humana. Y esa es precisamente nuestra responsabilidad: ser humanos para que nada humano, ningún problema de la humanidad, nos sea ajeno. Desviarnos de este principio es ya el inicio de la decadencia.
Concretando este principio, la Diócesis de Barbastro-Monzón, en su Campaña de Manos Unidas de este año, nos pide sensibilidad y dinero para afrontar un proyecto de apoyo a un Liceo de Educación Secundaria que ayudará a algo más de 200 escolares en una diócesis de Ruanda. El proyecto asciende a 80.000 euros y, renovando sus instalaciones, dichos escolares dispondrán de un espacio digno para su correcto desarrollo en condiciones de higiene y salubridad básicas, así como para garantizar su seguridad.
Vivimos momentos en los que la solidaridad para todos, significada como caridad en los cristianos, es una urgencia para hacer un mundo mejor sin desigualdades injustas y más humano.