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Sol Otto Oliván Al levantar la vista
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Carta preocupada de mi amiga periodista de Ultramar

Sol Otto Oliván Al levantar la vista
24 febrero 2025

Querida amiga:

Sé que abuso de tu paciencia porque siempre que te escribo tengo que pedirte o preguntarte algo y eso que prometo, vez tras vez, que será la última, que la siguiente será una carta festiva y que dejaré de lado las cuitas políticas y los problemas sin solución con los que te doy la tabarra. Pues hoy no va a ser ese día, hoy sólo veo nubarrones en el horizonte y no voy a saber despejarlos sola. Mi director me apremia para que le cuente algo de este país tuyo que fue y sigue siendo mío porque la distancia no borra los orígenes ni los afectos. Yo ya no sé qué decirle, la verdad, está imposible: todo le parece repetido, sin gracia, sin rabia. Dice que me falta eso, rabia, que no sé morder. Y desde que Trump está donde está no hay forma de contentarlo con nada.

Resulta que él, mi director, no es americano de pura cepa. Nació en Argentina, como sabes, y no renuncia a sus ancestros ni en modo alguno disimula su acento, tan bello, según él. El día que Trump echó del país a muchos inmigrantes, desgraciados de la fortuna, así los llama él, escribió un artículo en primera página de nuestro periódico valiente, muy valiente, tanto que ya ha sido señalado por el flamante presidente como “persona non grata”, algo que le hace sentirse orgulloso. Aquel día, estaba eufórico, no por su artículo sino porque supo que estaba en la diana del Presidente, como otros muchos, parece ser, no es tan exclusivo. Aquel día hizo de su causa la de todos nosotros, muchos de los cuales, como yo misma, no somos americanos con pedigrí. “Les tocó a ellos, pero seré yo y vos más pronto que tarde, así que no me sean boludos, ándense a escribir con las tripas, no quiero aquí cobardes”. Y desde entonces un día sí y otro también nos espolea y nuestro diario se ha convertido en un panfleto contra el “trumpismo” de mucho cuidado.

Yo estoy muy confusa, lo reconozco. Vine a este país creyéndome lo que había oído ahí, sobre todo en casa donde admiraban la tierra de la libertad, como la llamaba un tío mío, y ahora no sé muy bien dónde estoy ni si este es mi sitio. Pasa, dicen, con muchos de los que dejan su tierra. Que ya no son de ninguna parte y viven en una ensoñación continua entre su antiguo mundo, que no era tan malo, y el actual que no es, casi nunca, el paraíso. Mira si estaré desanimada que me ha dado por ver toda clase de películas y series sobre presidentes americanos. Esos caballeros llenos de valores y buena voluntad, héroes de buen semblante y mirada acogedora, que buscan lo mejor para sus conciudadanos y tienen una vida hogareña impecable. Así que estoy instalada en la ficción nocturna y cuando de día llego al periódico y tengo que ponerme a desmenuzar la realidad y se me reproduce el rostro avinagrado del Presidente estoy como en otra dimensión y lo paso fatal. “Mirá que sos simple, despertá, la realidad es esta y tú sos cómplice si no decís lo que tenés que decir, dejá esa vaina del sentimentalismo y empleate a fondo, agarrá la presa de una vez”. Eso me dijo mi director cuando le quise comentar que igual este presidente acaba con las guerras. Y yo llevo ya una empanada mental que no sé si voy a saber escribir algo con garra, como él quiere.

Y es que desde niños, cuando vivía allí, vimos tanto cine en el que los americanos eran los buenos y los indios los malos, que en mi subconsciente, y en el de muchos, se quedó grabada esa imagen y allí sigue. Por eso ya me causa sonrojo preguntarte por las cosas de allá, no estoy en situación, esto tampoco es para presumir. El amigo americano no es lo que era, ni mucho menos. Pero mi director me ha pedido que cuente algo de la próxima cumbre de líderes europeos, desde la perspectiva del presidente español, y no tengo mucha información de lo que se va diciendo ahí ahora. Me refiero a información de calidad e independiente, por eso recurro a ti. No cree mucho mi director en lo que pueda yo hacer, me ve tibia cuando hablo de mi país de nacimiento y de su presidente. “Ese es el tipo más veleta que conocí, oíste, progresista dice que es, pero por seguir en la poltrona pacta con el diablo, eso sí, este de aquí no le da carrete. Quiero que vayas a la yugular de una vez y no te dejés nada en la gatera”. Y me ha recordado uno de mis refranes, es lo único que me copia, de cuando en cuando, el de que no se puede estar en misa y repicando. No sé si se refiere a mí o a nuestro Presidente, el español, se entiende.

Así que espero tus noticias, que me des tu opinión, tu sincera opinión, y te prometo que en la próxima hablaremos de los almendros de nuestra tierra, que siempre florecen antes de tiempo, y volveremos a nuestra infancia en la que tantos sueños y películas compartimos. Cuídate mucho. Hasta la próxima.

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