La Catedral de Barbastro acogió el pasado domingo al grupo Chiavette, el tercero de los conciertos de la XXXII edición del Festival Internacional en el Camino de Santiago que organiza la DPH. El motivo de la nueva cita reside en la recreación del ambiente festivo de la feria barbastrense de La Candelera, otorgada a su villa por Germana de Foix en 1512.
“El mundo sonoro en su vertiente popular con el bullicio o las diversiones tradicionales propias de la época y, con la reconstrucción de un extracto litúrgico, la celebración religiosa en la propia Catedral”, destaca Javier Ares, director de Chiavette y presidente de Antigua Capilla Hispana.
Por encargo del festival, en esta primicia que tuvo lugar la noche del pasado domingo sonaron piezas “recuperadas del Archivo Diocesano de Barbastro y otras, como la ensalada ‘La Feria’, de las que no tenemos conocimiento de que exista ningún registro sonoro”. Y es que el directo de Chiavette acudió al imaginario de ferias de renacentistas como ésta, ‘Ensalada’ de Flecha el Joven, y los juegos habituales de la época con ‘La Justa’ de Mateo Flecha el Viejo.
A su vez, “recuperamos una antífona de un valioso Procesional del siglo XV del archivo diocesano, no hace mucho restaurado, e interpretamos un ‘Magnificat’ del zaragozano Aguilera de Heredia que, según la documentación consultada, era de uso común en la Catedral de Barbastro”, subraya Ares.
La fiesta como revulsivo
En esta edición llega la fiesta como revulsivo “para encarar el futuro con optimismo, superar las incertidumbres y recuperar la normalidad. Y, para ello, debemos cultivar y propagar uno de los mejores antídotos, la música”.
Javier Ares, junto a María Sala, Esmeralda Jiménez y Mariano Valdezate fueron el motor de una “celebración preciosa, intensa, brillante, alta en júbilo y buen hacer, donde solemnidad y alegría se conjugaron a las mil maravillas”, indican en nota de prensa. El refuerzo instrumental de grandes intérpretes de música antigua, entre los que se encontraban los hermanos Zapico, arroparon a las cuatro voces “soldando la recreación de un memorable concierto para la música y su regocijo”.
Las ‘ensaladas’
Y es que los Flecha, tío y sobrino, fueron los máximos representantes de estas ‘ensaladas’, piezas paralitúrgicas que contienen historias poniendo en escena a distintos personajes de la lírica tradicional, usando diferentes lenguas, con diversos versos, metros y ritmos distintos. “Llenas de sabor popular, fueron intercaladas con un pequeño entreacto religioso dedicado a la memoria del insigne polifonista y organista zaragozano Aguilera de Heredia, uno de los máximos exponentes de la Escuela organística aragonesa de tecla”.
Junto a estas ensaladas, la Catedral de Barbastro acogió el Tiento y los versos de Antonio de Cabezón, organista de Felipe II, y la Canzona de Bartolomé de Selma y Salaverde, bajonista que desempeñó su magisterio en la corte archiducal de Innsbruck.
Para Javier Ares, en estos momentos el público percibe la complicidad de los intérpretes y el poso de un trabajo realizado con tiempo y calma. “Esta manera de afrontar nuestro oficio no es habitual hoy en día porque las condiciones de trabajo exigen, generalmente, el mejor rendimiento en el menor tiempo posible. Por eso es difícil encontrar conjuntos con un sonido distintivo. Chiavette ensaya regularmente, independientemente de que tengamos o no conciertos a la vista”, apunta.