Llega mayo y con él las obligadas visitas y romerías a los lugares de culto mariano. En el Somontano, tan pródigo en ermitas, en algunas localidades todavía se conservan las llaves de estos templos en casas particulares.
Estamos sentadas al sol, en el exterior de la iglesia y con la puerta del templo abierta de par en par. Pasa una mujer joven cargada con la compra y pregunta si puede entrar, que nunca ha visto el interior “porque siempre la encuentro cerrada”. “Sí, claro”, contestan mis compañeras.
La Virgen de la Esperanza del barrio del Entremuro de Barbastro parece inaccesible, pero solo lo parece. Las llaves se guardan en la misma casa desde hace varias generaciones. Ahora a cargo de Mercedes Coscujuela como antes las custodiaba su madre, Mercedes Obis. Merceditas, como la conocen en el vecindario, y su hija Mª José explican que “cualquiera puede venir a ver a la Virgen. No podemos dejarla abierta porque ya nos hemos llevado algún susto, pero sólo hay que preguntar y le abrimos”. Los vecinos de la calle Esperanza saben quién se hace cargo de la llave.
La apariencia de una puerta cerrada nos puede llevar a engaño. “Ni te imaginas el trajín: embarazadas, enfermos, exámenes… Primero vienen a pedir y después, la mayoría repite para dar las gracias”.
La fama de esta Virgen trasciende los límites de Barbastro y, sobre todo, vienen mujeres embarazadas a rogar por su bebé. La Virgen de la Esperanza se encuentra encinta y aunque, de modo oficial, es patrona de agentes comerciales y del barrio, la devoción popular la ha transformado en auxilio de las gestantes. “Esta Virgen tiene tirón”, explican. Una devoción que se ve reflejada en la celebración de su advocación el 18 de diciembre. No existen, hoy en día, más celebraciones oficiales, aunque Coscujuela adelanta que el párroco de la Catedral ha expresado su interés por celebrar misa en la iglesia con motivo del mes de mayo.
El barrio siempre ha manifestado su fervor. “Que se muere un vecino, un ramo de flores para la Virgen. De la decoración del Gastromuro, flores para la Virgen…”. En pandemia se realizó una fotografía de la imagen que se ubicó en la Catedral para los devotos. “Y en principio, queríamos dejarla ahí. Pero los vecinos pidieron que se devolviera a la iglesia”, comentan.
A pesar de la popularidad, la religiosidad se ha resentido tras la pandemia. “Antes, en mayo, acudían grupos a rezar. Pero no se ha recuperado y, me da la sensación, de que viene menos gente”, puntualiza Merceditas.
Sus orígenes, siglos atrás, ligados a la reconquista de Barbastro. En 1100, el rey Pedro I de Aragón mandó levantar la iglesia del Santo Sepulcro sobre un peñón fuera de la muralla de la ciudad. Ahí establecerían dos cofradías: la del Santo Sepulcro y la de Nuestra Señora de la Esperanza. Desde ahí arranca la devoción. En 1862 se construyó el templo en su ubicación actual y con tal motivo se logró que Pío IX concediese la indulgencia a quienes visiten la iglesia desde la víspera de la Esperanza hasta el ocaso del día posterior.
El vecindario la venera y conserva la tradición. Como se ve en la foto de las tres generaciones. En blanco y negro, Mercedes ante la puerta del templo, en una instantánea que tomó don Lino Rodríguez.