Barbastro

Cómo se aborda el autismo en los centros escolares referentes de Barbastro

La Merced y San José de Calasanz-Escolapios se encuentran acreditados como colegios TEA. Un aula específica, mucha formación y actividades para concienciar a todos

Presentación de la colaboración entre Autismo Huesca y el colegio San José de Calasanz-Escolapios de Barbastro. Foto: S.E.
Lola Gª Casanova
15 abril 2024

Uno de los mantras que se repiten, desde todos los ámbitos de la educación, recuerda la insustituible colaboración entre los centros de enseñanza y las familias si queremos que los alumnos vayan felices al colegio y aprendan. Una relación que se hace más necesaria cuando el menor presenta problemas  de aprendizaje o de conducta. 

En el caso de Barbastro, los colegios La Merced y San José de Calasanz-Escolapios cuentan con el certificado de centro de referencia TEA (Trastorno del Espectro Autista). En ambos casos, esta decisión partió de los centros ante la presencia de alumnos con este diagnóstico. De todos modos, los padres cuyo hijo presenta este trastorno no están obligados a matricularlo en un centro de estas características. Para la directora académica de Escolapios, Nati Puy, “vimos la diversidad y las necesidades del alumnado y ser centro TEA beneficia a todos. Además forma parte de nuestro ideario acoger a los más vulnerables y la innovación”. Por un lado, existe un espacio físico (una clase) preparada con materiales específicos para estos alumnos. Pero, sobre todo, supone más personal cualificado y una formación permanente para todo el profesorado. 

Para que un alumno tenga acceso a esta aula debe haber sido diagnosticado y contar con el informe favorable de la Dirección Provincial de Educación. De forma general y preferente estos chavales se integran en sus clases ordinarias y sólo en momentos puntuales acuden a ella. Van a trabajar una materia en concreto como matemáticas o lengua o en momentos de crisis. “Sirven para relajarse, para la concentración o la memoria”, explica Minerva Díaz, directora de La Merced. 

Se trata de clases muy visuales porque la manera de aprender de estas personas así lo requiere. Una necesidad, la de ver, tocar y manipular que comparten muchos de sus compañeros, sobre todo en edades tempranas. Díaz afirma que, respecto al autismo, “nos encontramos con promociones más empáticas”. A esto se añade “actividades para todo el alumnado”, apunta.

Sin embargo, Díaz no rehuye que los comportamientos agresivos, que en momentos muy concretos se pueden originar, suponen un desafío. “Por ello pedimos recursos y formación porque esos incidentes son difíciles de gestionar”. En las tutorías, la pregunta más recurrente es cómo se debe tratar a estos niños y cómo actuar ante sus reacciones. “De ahí que la concienciación e informar formen parte del compromiso de los centros TEA”, explica Puy.

Y ahonda en que una de las preocupaciones del profesorado es la sensibilidad del alumno. “Nos encontramos ante un espectro tan amplio y tan diferente que a veces cuesta saber cómo aterrizar con cada uno de los niños. Me refiero a saber, por ejemplo, si el volumen de sonidos es adecuado o excesivo y al llegar a casa puede afectarle. Pero sí tenemos claro que hay que desmitificar la imagen de una persona dándose golpes en la cabeza”. Desde hace unas semanas Escolapios colabora con Autismo Huesca para que la asociación preste en el colegio sus servicios y así evitar que las familias deban trasladarse a Huesca. 

Junto a la mayor atención a este colectivo, las familias muestran otra preocupación: el miedo al acoso escolar. Yasmina Talbi El Alami señala que cuando su hijo se pone nervioso “se bloquea y no habla. Mi mayor temor es que, cuando yo no estoy cerca, se burlen  de él”. La familia Acín lo sabe bien. “A mi hijo no le afectaba porque no se enteraba, pero mi hija sí. Y lo pasó francamente mal. El acoso hace mucho daño”.

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