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Manuel Marlasca: «Con las víctimas de los sucesos es muy fácil empatizar»

El mediático periodista Manuel Marlasca participó el pasado sábado en la sesión del Festival Aragón Negro que tuvo lugar en Estadilla para hablar de su trabajo con la charla ‘El crimen en la España de hoy’

Manuel Marlasca
Manuel Marlasca en la bodega Enate. Foto: Ruth Zamora
Ruth Zamora Zamora
25 mayo 2022

El periodista Manuel Marlasca viajó el sábado pasado a la provincia de Huesca. Primero estuvo en la bodega Enate, patrocinador del Festival Aragón Negro; por la tarde, en Estadilla.

Ya había estado en el Festival Aragón Negro, pero no en la provincia de Huesca..

Sí, es la cuarta vez que participo en Aragón Negro y la primera que vengo aquí. Aunque conozco la provincia, porque durante años hemos veraneado en el valle de Benaque.

En Estadilla, su charla versó sobre el crimen en España.

En concreto, hable de cómo contarlos. Al fin y al cabo, yo no soy criminólogo, ni psicólogo ni policía. Me dedico a contar las cosas y hablo de cómo contarlo. Hablamos de asesinos, de la atracción que hay por los asesinos, a veces sexual, la hibristofilia… Y puse ejemplos de cómo contar crímenes distintos y cómo hacerlo de la mejor forma posible y en cualquier formato; sea en tele, en prensa, o a través de un producto más largo, como un documental o un libro.

¿Cuáles son las claves para poder contar este tipo de noticias?

Hay algo que yo aprendí hace casi 30 años: cuando estás escribiendo o hablando de esta temática, tienes que pensar que alguien directamente implicado puede estar leyéndote o escuchando, con lo cual tienes que ser muy prudente y muy cuidadoso. Y yo lo aprendí porque no lo fui en una ocasión. Hay una norma básica: mientras nosotros nos ocupemos de dar información todo irá bien. Porque la información está ahí; no estás especulando, no estás convirtiendo en entretenimiento o en espectáculo la información, que es siempre una tentación, sobre todo en los medios audiovisuales.

Cuando se habla de asuntos tan delicados como, por ejemplo, una agresión sexual, hay que tener cuidado de no victimizar doblemente a la víctima. Y, por supuesto, hasta las víctimas que están muertas tienen derechos. Cuando uno se dedica a este tipo de periodismo cae en sus manos todo tipo de material sensible y, precisamente, una parte del trabajo del periodista es darle contexto y tamizar lo que se puede dar y no se puede dar.

Además, este tipo de informaciones es de las que más interés tienen. ¿Por qué cree que es así?

Porque, primero, nos recuerda lo vulnerables que somos todos, nos recuerda lo frágil que es la vida y todo lo que se puede torcer por estar en un mal sitio en un mal momento. Y, luego, porque con los sucesos y con las víctimas de los sucesos es muy sencillo empatizar. Puedo admirar a Amancio Ortega y decir qué tío, qué carrera ha hecho saliendo de la nada… o a Luka Modric, cuatro copas de Europa, en plena forma, en lo alto de su carrera con 36 años… Pero me es muy difícil ponerme en su lugar, porque tienen vidas que no tienen nada que ver con la nuestra.

Sin embargo, cuando ves al padre de Diana Quer pidiendo la prisión permanente revisable, es muy fácil empatizar con él; cómo no va a pedir eso, con lo que le hicieron a su hija. Es muy fácil ponerse en el lugar de cualquier protagonista de una historia de este tipo. Y, al fin y al cabo, la materia prima con la que trabajamos los reporteros de sucesos es la vida, la muerte, las pasiones, y con eso es muy fácil sentirse atraído.

¿Qué papel tiene la prensa local? ¿Puede ayudar a quienes vienen de las grandes ciudades?

Cuando uno llega de Madrid a cubrir un suceso, lo primero que tiene que hacer es acudir a presentarle los respetos a los reporteros locales, porque van a saber mucho más que tú, van a tener muchas mejores fuentes que tú, van a hacer una cobertura mucho mejor que la tuya. El último reducto de la prensa de sucesos está en la prensa local. Además, está llena de magníficos reporteros de sucesos, a años luz de los que estamos en Madrid.

Hay quien cree que es mejor no informar de determinados sucesos por un efecto imitación. Quizás ahora esté el debate sobre la mesa con el tema de los suicidios. ¿Qué opina?

Ya cuando empecé yo en el año 88, que la gente en Madrid se tiraba desde el viaducto de la calle Segovia, había ese debate, si publicar o no, porque había quien opinaba que había un efecto imitación. Yo tengo mis dudas. Lo que sí tengo claro es que hay que visibilizar una realidad como la de los suicidios, porque se ha convertido casi en una epidemia. Y como hemos hecho en otros terrenos, como la violencia de género, o con los delitos sexuales, a lo mejor sí conviene tener un manual de buenas prácticas a la hora de hablar del suicidio. Y sería interesante planteárselo entre todos los actores que intervienen en esto.

Creo que no hay por qué no hablar de los suicidios; no hay que espectacularizarlo, evidentemente, pero sí creo que se debe hablar, en tanto en cuanto se está convirtiendo en un serio problema. Y para evitar precisamente victimizaciones de las familias, o estigmatizaciones, a lo mejor conviene que entre todos nos pongamos de acuerdo para fomentar las buenas prácticas a la hora de hablar de todo esto.

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