Conocer es el primer paso para multitud de acciones. Sin él, no somos capaces de tomar decisiones, de argumentar y debatir, de tomar conciencia y discernir entre lo importante y lo superfluo.
Este 2023 se cumplen 25 años de la declaración como Patrimonio Mundial del arte rupestre del arco mediterráneo de la península. Ahí se incluyen los 70 abrigos que hasta hoy se conocen en el cañón del río Vero. La lejanía de la Prehistoria (el arte Paleolítico se remonta unos 40.000 años atrás) provoca que la mayoría lo sienta como una película de ciencia ficción. ¿Cómo es posible que persistan pinturas después de tantos años? ¿En serio se puede deducir algo de aquella vida por esos restos de pintura?
La Prehistoria y la Arquelogía son ciencias y como tal aportan los conocimientos necesarios para responder a estas preguntas. Y las respuestas nos lleva a un Somontano rico en patrimonio; en este caso, histórico. Así se confirmó con la creación del Parque Cultural del Río Vero en 2001.
Que algo cuente con el título de “Patrimonio Mundial” implica una figura de reconocimiento inigualable. Pero no de protección. De ahí, la ingente labor que desarrolla la figura del Parque Cultural, con los municipios y entidades que lo conforman, para luchar por mantener lo que poseemos en estas tierras.
Cabe alabar esta tarea, complementada con la difusión que realizan cada año, con visitas escolares, con edición de folletos, con los centros de interpretación.
El objetivo, difundir el conocimiento de lo que poseemos para poder cuidarlo. Porque no se trata de un patrimonio local, sin ninguna importancia más allá de su territorio. Las pinturas rupestres no abundan en relación con los yacimientos arqueológicos y nos descubren datos sobre su mundo interior.
Su cuidado y protección es tarea de todos.