Con un síntoma es suficiente: asimetría de la cara, pérdida brusca de visión, poco equilibrio, dificultad para hablar, mareo… Así se anuncia un ictus. En Aragón, entre 8 y 10 personas sufren uno cada día. Y por estadística la mitad, sufren secuelas incapacitantes o lamentablemente no sobreviven. De hecho, es la primera causa de mortalidad en mujeres y la tercera en hombres en nuestra Comunidad.
¿Qué es un ictus? Es una enfermedad cerebrovascular que se produce cuando la circulación sanguínea hacia una parte del cerebro se ve bloqueada por una obstrucción o ruptura de un vaso sanguíneo. Como resultado, las células nerviosas en esa área se quedan sin oxígeno y, con el tiempo, perecen.
De ahí, la importancia de actuar con rapidez. De hecho, la detección temprana y la atención médica inmediata marcan la diferencia. Aquí también funciona eso de que ‘cada minuto cuenta’ tanto que desde la Sociedad Española de Radiología Médica le ponen número: realizar un TAC (tomografía computarizada) craneal simple para ver los daños antes de los 20 minutos desde la llegada del paciente a urgencias es vital. Esto forma parte de lo que se conoce como ‘Código Ictus’.
Este proceso de detección temprana, junto con la introducción de nuevas terapias, ha contribuido a reducir la mortalidad y la discapacidad causada por el ictus. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en los próximos 25 años, la incidencia de este evento aumentará en un 27 por ciento.
¿La clave? Que el 90 por ciento de los casos de ictus se podrían evitar, como indican desde la Sociedad Española de Neurología. ¿Cómo? Previniendo con un estilo de vida saludable y el tratamiento de factores de riesgo como la hipertensión, el sedentarismo o el consumo de alcohol y tabaco.
Todo esto se resume, en una palabra: conciencia. Es lo que se busca cuando se rodea en el calendario el 29 de octubre, el ‘Día Mundial del Ictus’. Conciencia para identificar, prevenir y abordar.