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Sol Otto Oliván Al levantar la vista
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Dan lluvias

Sol Otto Oliván Al levantar la vista
24 septiembre 2021

Desde que la información sobre el tiempo ocupa varios minutos en cada telediario, páginas en los periódicos y en los medios digitales diversos, estamos todos como poseídos por semejante cúmulo de información, hasta el punto de que desconfiamos de nuestros sentidos, incluso de nuestro propio cuerpo, que suele avisar en forma de dolencia, en algún hueso o articulación, de la lluvia próxima.

Llevan días avisando de que va a llover, «dan lluvias», se dice por aquí, como si el agua cayera porque los meteorólogos son generosos con nosotros. Y como lo dicen, dejamos de regar los huertos o de salir de excursión.

Calzamos zapato cerrado, sacamos del armario las chaquetas y, lo que es peor, tenemos ya la certeza de que ha terminado el verano y empezamos a encerrarnos y nos llega la melancolía.

Tras los cristales, ni una gota de lluvia, aquí, al menos. Es curioso cómo la información excesiva puede ser tan nefasta como la desinformación. Yo, que voy, a veces, a contracorriente, he decidido no hacer ni caso del canal del tiempo, que ya me ha arruinado este verano un par de planes, sin sustancia alguna, porque la lluvia se quedó tranquilamente esperando mejor momento para caer o cayendo justo cuando no tenía que caer. Jugando al escondite, vamos.

Así que tampoco voy a ponerme melancólica antes de tiempo ni voy a darle la tabarra, querido lector, con alguno de esos artículos que me salen al dictado del viento, cuando arranca las primeras hojas de los árboles. Nada de versos tristes.

Con las lluvias, por cierto, llega también lo que se denomina el comienzo del curso político, esto es, que los políticos vuelven de sus vacaciones con ansias renovadas y nos regalan perlas diversas, en sus discursos primeros ante el Congreso, ya en pleno funcionamiento, o en los pasillos, en la calle, en una rueda de prensa, en cualquier lugar: están ya a tope de actividad parlanchina, que para eso han descansado bien.

Es difícil decidir cuál de ellas es la más impactante, cuál la más absurda, cuál la que envuelve la mayor tomadura de pelo. Con cuál nos tratan de embaucar, con cuál nos quieren vender «duros a cuatro pesetas», que es siempre lo que hacen los políticos: está en su naturaleza.

Y picamos, como picamos con el canal del tiempo y escuchamos y hasta llegamos a creernos algo de lo que dicen, tanto machacar y machacar.

No en vano somos mejores que ellos, gentes de buena fe que aprendimos, acaso erróneamente, que no hay que pensar mal de nadie a la primera de cambio, que el hombre es bueno por naturaleza y todo eso.

Hasta nos creemos, por una fracción de segundo, que se arreglará lo de la subida de la luz; que será una cuestión de estado el proyecto de los Juegos de Invierno, que va a unir a aragoneses y catalanes y que, de inicio, llevaba el nombre de Barcelona; que la mesa de diálogo sirve para algo mientras se retira, por detrás de ella, la bandera de España a la vista de todos…

Puestos a elegir perlas, me quedo con la de nuestro Presidente al presumir de que nos ha vacunado a todos por igual. Ni siquiera ser díscolos nos ha dejado a un lado. Yo estoy muy agradecida, lo confieso, porque me tienen dicho que podría ser algo más comprensiva con el poder que para eso tienen la presión que tienen y son gentes que miran por nuestro bien y no por el suyo, como puede parecer. Que sea hipócrita, querrán decir, que es lo mismo que complaciente, pero no me sale.

Así que, agradecida y todo, me quedo con la frasecita. No tiene desperdicio. Empieza fuerte el nuevo curso político. Frases de altura. Promete este otoño. Lo iremos viendo juntos, querido lector. Siempre desde la sonrisa.

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