Los datos sorprendieron. Bueno, no a todos. En 2010 en los domicilios españoles vivían 4.720.000 perros. En 2022, la cifra ha alcanzado los siete millones según datos de la Fundación Affinity.
En otras palabras, en los hogares españoles, hay más perros que niños menores de 14 años. Este hecho ha ocasionado un crecimiento del mercado destinado a mascotas y, además, de nuevos desafíos para la convivencia. Un aumento considerable sobre todo desde el confinamiento y la pandemia.
En la semana de san Antón Abad, El Cruzado ha hablado con un gran conocedor de este tema y de la provincia de Huesca, Pablo Muñoz Gabilondo. El periodista es el humano de Pipper, el primer perro viajero, (ahora también con programa de televisión ‘Pipper en ruta’ en la 2 de TVE) quien lleva varios años analizando las ciudades y el sector turístico español desde el punto de vista de un ‘humano con perro’ que viaja, compra, sale a cenar…
“Yo vivo a caballo entre San Sebastián y Madrid y viajo a Barbastro por motivos familiares. En Donosti la vida con perro resulta fácil, pero al llegar a Madrid o Barbastro fui consciente de la disparidad.
Por ejemplo, en toda España sólo Aragón y Melilla prohíben la entrada de perros en bares y restaurantes. Ni siquiera dejan decidir al propietario”, explica. “Y esto significa perder turismo porque si tengo perro me moveré donde me den facilidades”.
En estos momentos los lugares más avanzados los encontramos en el País Vasco, Asturias y Galicia. Y algunas ciudades como Málaga o Palencia entre otras.
Educación
Pero permitir el acceso de perros a los autobuses del transporte público, tiendas, centros comerciales, museos, monumentos o bares no significa un cheque en blanco.
“En países como Holanda o Alemania cuando llega un perro a un hogar toda la familia va a la escuela, esto es, al adiestrador” explica Sonia González, propietaria de la clínica veterinaria Amazoonia en Binéfar. Ella aboga por este modelo para evitar problemas de comportamiento.
“Al perro hay que educarlo. En las grandes ciudades españolas empieza a calar este asunto. No tanto en los sitios pequeños como en el que vivimos”. Acudir a un adiestrador facilitaría la convivencia dentro y fuera de la familia.
Para que podamos convivir todos, animales y humanos “lo fundamental es la educación y cumplir las normas que establecen alojamientos, transportes, etc.” incide Muñoz Gabilondo.
“Si voy a un hotel con mascotas mi perro no debe dormir en la cama. Ni utilizar las toallas del hotel para limpiarle las patas. En casa puedo hacer lo que quiera, pero en los lugares públicos hay que cumplir las normas. Existen unas directrices para todos. Si a alguien no le gustan los perros, no podemos imponerle su presencia”.
Resulta inevitable que el tema de los excrementos aflore. Muñoz Gabilondo explica que en cerca de 40 poblaciones españolas (como Málaga) han puesto en marcha el ADN canino con unos resultados estupendos. “La gran mayoría de los propietarios-abunda- somos responsables.
Pero esa minoría que no recoge las cacas ensucia la imagen de todo el colectivo y nos hace mucho daño. Aunque resulte impopular, abogo por las multas porque hay quienes solo aprenden cuando se les toca el bolsillo”.
No obstante, en España apenas se sanciona por este asunto. “Por ejemplo en Huesca ciudad, en 2019 sólo se tramitó una multa en todo el año. Lo cual equivale a nada”, aclara.
Perros, hijos y ‘perrijos’
Este vocablo inexistente ‘perrijos’ se refiere al hecho de que, en algunas ocasiones, las mascotas reciben un trato casi-humano, se personifican.
Cuenta Ignacio Pascau Pérez de Camino, de familia barbastrense, que paseando por un parque observó dos tipos de familias: “Quienes jugaban con un niño y quienes lo hacían con un perro”. De ahí nació la idea de relacionar el número de hijos por hogar con la tenencia de mascotas. En otras palabras: ¿qué hay de cierto en la idea de que los perros sustituyen a los hijos?
Muñoz Gabilondo lo tiene claro: “Los perros nos aportan compañía, reducen el riesgo de depresiones, nos ayudan, son entrañables, cariñosos… Está hecho para el hombre, los queremos y son de la familia, pero nunca sustituirán a una persona”. Sí, pero ¿qué dicen los números?
Pascau, estudiante de doble grado de Derecho y Económicas en la Universidad Carlos III de Madrid, ha analizado las cifras de la capital para su trabajo de fin de grado.
A través de un análisis econométrico, por barrios y años, ha buscado la influencia de tener una mascota en un hogar con el número de hijos por mujer en edad fértil. “La natalidad se han analizado desde muchas variables como renta, educación, religiosidad. Sobre mascotas existe un trabajo que proceder de China, pero por su origen, se cuestiona”.
Los resultados arrojan que en el caso de los gatos sí existe una relación significativa. “Donde viven gatos, nacen menos hijos. Sin embargo, en los perros no he hallado una influencia clara”. Resulta patente la correlación, pero se precisan más datos para ver la causalidad. Pascau puntualiza que para averiguarlo tendría que disponer de datos por domicilio y no sólo por distrito.
E incide: “Los seres humanos necesitamos compañía y estamos preparados para educar, para cuidar, para responsabilizarnos y aunque las mascotas nos den muchas satisfacciones las personas no son sustituibles”.
Juan José Herrera, sacerdote, recuerda las Sagradas Escrituras: “Todo lo creado ha sido puesto bajo el dominio del hombre”. Muñoz aclara “el bienestar de un perro depende de que lo tratemos como tal, como un animal, que necesita un amo”.
González aclara que “un perro siempre tiene que ser un perro, sentir respeto hacia su amo y sus normas. Y el hombre respetarlo, por supuesto”. Dentro de esta relación se incluye que un perro no debe comer cinco veces al día y tratarlo según corresponda a su raza.
Muñoz aclara “el bienestar de un perro depende de que lo tratemos como tal”. “No puedes anclar a un perro de caza dentro de una casa, si el perro necesita movimiento, se lo debes proporcionar”, aclara González y este asunto nos lleva a la elección de la mascota.
¿Un perro en casa?
Antes de incorporar un can o cualquier otro animal a la vida familiar debemos estudiar qué gastos conlleva y las responsabilidades. A saber: paseos, vacunaciones, exigencias de la raza, enfermedades potenciales, cómo gestionamos las vacaciones… “Un perro no es un regalo, ni un capricho” coinciden nuestros expertos.
Desde la irrupción del covid 19 en nuestras vidas el número de estos animales se ha triplicado. No obstante, su adquisición (o adopción) adolece, en muchos casos de la suficiente reflexión por parte del dueño. “Esto explica, en parte, el alto índice de abandono de mascotas en España, se compra o se adopta demasiado a la ligera” reflexiona González.
Y no solo perros, por ejemplo, un conejo cuya jaula hay que limpiarla todos los días y siempre disponer de algo para roer. “No tiene sentido acudir a la peluquería canina tres veces al mes y no disponer de dinero para vacunas” expone.
A la hora de escoger una raza los criterios estéticos tampoco deberían prevalecer. Si optas por un perro potencialmente peligroso las normas indican que siempre irá con bozal y nunca suelto, ni en espacios abiertos. Los grandes corren más riesgo de enfermedades. “Pero hagas lo que hagas, no abandones”.