Por mucho que seamos ciudad, nuestros 17 mil habitantes nos permiten seguir manteniendo la esencia de pueblo y en el boca a boca de esta semana, “cuidado” es la palabra que más se repite. Viene acompañada de la historia de un vecino en formato de audio de Whatsapp que narra un intento de timo. Lo sorprendente, escuchando los detalles, es que no haya caído en la trampa.
A grandes trazos, llaman a tu casa haciéndose pasar por una empresa barbastrense de suministros y tras unas preguntas, acuerdan ir a hacer una revisión. ¿Cómo te estafan? Las suposiciones pasan porque fingen una avería y te cobran el arreglo. Es una situación tan banal que lo raro es sospechar. Sin embargo, en estos tiempos nos movemos. Unos en los que antes de abrir tu casa a un técnico, tienes que ser precavido por dos o por tres. Pedir la acreditación, o llamar a la empresa para confirmar la cita, deben convertirse en rutina.
Sin que suene a excusa, esto no es nuevo. La estafa es uno de los negocios más antiguos, de mucho antes del Lazarillo de Tormes. Tampoco es nueva la poca vergüenza del ladrón. Solo que los tiempos cambian y el pícaro, se adapta. El agujero en el botijo ahora se llama internet. De hecho, pocos timadores “se toman las molestias” de desplazarse hasta tu casa.
La tendencia actual está marcada por el descenso de la criminalidad que entendemos por convencional y un aumento de los ciberdelitos. Te doy el dato: en 2022 contabilizaron un 72% más de infracciones penales en la red que en 2019. Estos números del Ministerio de Interior se traducen fácil. 1 de cada 5 delitos en España se cometen en la red.
El éxito de muchos de estos pasa por su sencillez y rapidez. Lejos de trazar una detallada hoja de ruta para hacerse pasar por el técnico del agua e ir a casa, te envían, por ejemplo, un simple SMS suplantando a la Seguridad Social, a la empresa de paquetería o a tu banco. Y todo se resume en un consejo, o más bien en dos: nunca hagas click y nunca te fies de nadie. Este último, es universal, vale para todos y para todo. De los daños colaterales de esta desconfianza casi impuesta, hablamos otra semana.