(Diálogos para besugos. Popularizados en los años 60 por Armando Matías Guiu y Editorial Bruguera).
– Buenos días.
– Buenos días. ¿En qué podemos ayudarles?
– Estábamos pensando invertir en un pequeño negocio.
– Estupenda idea. Les felicito. España necesita emprendedores.
– Tenemos un pequeño problema. No tenemos dinero.
– Es un problema, desde luego. Pero no es pequeño.
– Nos han dicho que aquí nos lo resolverían.
– Algún gracioso. Pero lo habrá hecho sin mala intención. No se lo tengan en cuenta.
– En fin, que ustedes podrían anotar en nuestra cuenta, en el haber, claro, la cantidad que necesitamos.
– Vaya, qué idea tan fantástica… Y ¿por qué íbamos a hacer semejante cosa?
– Bueno, eso es lo que hacen habitualmente ¿no?
– No es tan sencillo. El negocio bancario…
– El negocio bancario consiste, si no estamos mal informados, en crear dinero de la nada y prestarlo con un interés, que no me atrevo a calificar de abusivo. Un negocio con poco riesgo y considerables beneficios.
– Es una aproximación un tanto superficial a lo que realmente hacemos, pero, en todo caso, sería legal y no es asunto suyo. Y, vamos a ver. ¿Ustedes han venido aquí a pedir un préstamo?
– Desde luego que no. A nosotros no va a hacernos creer que nos presta los ahorros de alguna ancianita. Sólo queremos que pulse unas pocas teclas en su terminal y abone en nuestra cuenta la cantidad que necesitamos.
– Y, naturalmente, no piensan ustedes pagar intereses ni devolver el dinero.
– Claro que no. No vamos a devolver dinero real a cambio de dinero inventado.
– No sé qué quieren decir con eso de dinero inventado. Si llegáramos a hacer, bajo ciertos supuestos que no parece que se den, lo que piden, el dinero que acreditaríamos en su cuenta no saldría de la de ningún otro cliente, eso es cierto, pero desde el momento en el que ustedes podrían disponer de él para hacer pagos, o para que nosotros los hiciéramos en su nombre, sería un dinero tan real como los billetes emitidos por el Banco Central Europeo.
– Es posible. Depende de lo que se entienda por dinero. Pero entonces resulta que están ustedes, una entidad privada, creando dinero de la nada. Si nosotros hiciéramos eso no tardaríamos en tener a la policía aporreando la puerta de casa.
– Sí, por eso no les aconsejo que lo hagan. Pero, en fin, así son las cosas. Además, la existencia de una determinada cantidad de dinero es imprescindible para que la economía funcione y sólo una pequeña parte son billetes o monedas, creados por las autoridades monetarias. Inyectar dinero bancario en la economía es una de las tareas más importantes de los bancos comerciales. Y desde luego es legal y está muy estrictamente regulada.
– Pero no se limitan a inventar dinero y prestarlo con un interés. También deciden, al margen del parlamento, qué proyectos se van a financiar y cuáles se van a descartar.
– No crea todo lo que le cuentan. Pero mire, en parte tiene razón. Por ejemplo, casi hemos decidido ya que no financiaremos su proyecto.