Dios tiene un sueño para cada uno de los hijos del Alto Aragón. Si alguna vez presientes que te llama a colaborar con Él, no acalles su voz. Nunca te sentirás tan feliz, tan fecundo, tan libre y tan auténtico. Esta ha sido, hasta ahora, mi pobre y humilde experiencia. Y ya son 42 años los que llevo embarcado con Él.
Seguir a Jesucristo es conformar tu corazón con el suyo. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos que nos regala también hoy, entre nuestros hijos, mediaciones privilegiadas para salvarnos.
Ojalá vuestros padres nunca interfieran en vuestra vocación como trató de hacer esta madre: «Cuando mi hijo quiso ser sacerdote yo luché desesperadamente contra él. Lo quería demasiado. Esperaba mucho de él. Quería que fuese feliz. Su padre y yo soñábamos con un futuro brillante para él, con una buena carrera, con un buen empleo, con una buena posición social, con una buena esposa… Por más que lo intentamos, no conseguimos nada. Fue mucho más fuerte que nosotros. Hoy soy la madre de un sacerdote. De un humilde y sencillo servidor. Pero me siento feliz y orgullosa al verlo repartir a manos llenas palabra y pan, ternura y perdón. ¡Cuánto le agradezco al Señor que fuera más fuerte que nosotros!»
Pido al Señor, con una oración de J.J. Pérez Benedí, el regalo de una docena de sacerdotes para que nunca falte en esta tierra el pan de la palabra, el pan de la eucaristía, el pan de la ternura de Dios que llene vuestras vidas.
Como en tiempos de Jesús, el mundo está necesitado de la luz del Evangelio.
Jesús es brillante “sol” que limpia los ojos ciegos, cura las enfermedades y las dolencias del pueblo.
Es urgente que nosotros nos convirtamos por dentro, que cambiemos nuestros planes por los valores del Reino.
Hoy Jesús sigue llamando: Necesita mensajeros para llevar a los hombres su Palabra y su consuelo.