Albidania, el grupo fundado por el abogado Francisco Vera (Barcelona, 1969) reúne empresas que operan en Europa y Latinoamérica, con sedes en Luxemburgo, São Paulo y Madrid. Un abanico que incluye infraestructuras, aparcamientos, movilidad, fusiones, desinversiones, adquisiciones y reestructuraciones y procesos concursales, entre otras.
¿Cómo llega a Barbastro?
Por el empleo de mi padre, que había emigrado desde Andalucía a Cataluña. Creó un taller de mecánica industrial, que trasladó a Barbastro, trabajando para Moulinex y Brilen hasta su jubilación. Sigue en Barbastro. Yo tenía 10 años y vivíamos alquilados en un piso del dr. Jordán, en General Ricardos.
¿Qué recuerdos guarda?
Muy buenos de los Escolapios y del colegio Seminario. Scouts de Escolapios me ayudó a descubrir la naturaleza y la montaña. Me queda la necesidad de ir al campo, que me devuelve a lo que soy. En este entorno aprendí la importancia del trabajo, de la humildad y la perseverancia como motor de vida. No olvido que jugué en la UD Barbastro, como infantil, cadete y juvenil.
Se ve que es una influencia grande, aunque corta en el tiempo.
Así es. Tengo un recuerdo especial para don Ángel Noguero, quien fue mi profesor en el Seminario. Me enseñó a ser crítico, a tener temple y contención (soy muy impulsivo), a tener paciencia y estrategia.
Y guarda buenas raíces…
Barbastro es mi referencia emocional. Me hospedo en el San Ramón, subo caminando al Pueyo. Siento que mi juventud está en Barbastro, y conservo grandes amigos, como Nacho Bernad, Quique Sampériz, José Luis París, Quico Cáncer, Tomaso Valverde… Los Vera nos caracterizamos por apasionados, vehementes, acelerados. Barbastro es mi remanso de paz, vengo siempre que puedo.
Los vinos del Somontano, siempre presentes en los almuerzos de barbastrenses en Madrid.
Bebo vino del Somontano y lo pido en los viajes. Pienso que debe seguir la promoción internacional, porque hay muchísima competencia. Buscar una calidad creciente, con bodegueros de primera, que vean el vino como una contribución a la tierra, apostando con visión larga. No se trata de elaborar vino sin más en este negocio, que es complicado. Junto al gran trabajo del Consejo Regulador y empresas grandes, familias como Lalanne o Meler me parecen muy importantes.
Como empresario internacional, ¿cómo ve Barbastro?
Yo vengo de pueblo pequeño, donde percibes enseguida que no tienes mucho futuro y eso te espabila. Pero el tamaño y recursos de Barbastro facilita estar con niveles aceptables de calidad de vida y esto te anima a no salir, a no complicarte, ya que puedes vivir bien. Podríamos decir que fuera hace frío y aquí hay un microclima, un acomodo sostenible que te puede frenar o paralizar. Por supuesto, los que se quedan –y hacen muy bien–, son también decisivos, pero veo ese riesgo. Y por supuesto admiro a los políticos y emprendedores locales, que hacen Política con mayúscula.
Pensando en la promoción y en el turismo, ¿qué se puede hacer?
Nadie regala nada, y se debe dedicar esfuerzo y sacrificio, con los pies en suelo. Barbastro congrega una sociedad dinámica y podemos avanzar si colaboramos todos, vivamos allí o no. Hay que creérselo y aprovechar la cercanía de otras comunidades. Una situación geográfica buena pero de paso obliga a seguir pensando nuevas metas, poniendo en valor lo que tenemos cerca: un patrimonio de primera (la Catedral, el Museo…) con personajes extraordinarios como san Josemaría. Se trata de pensar juntos y que las instituciones se impliquen y faciliten una actividad permanente que siga atrayendo. Esperar o quejarse no es el camino.
Una vida arreglando y recomponiendo situaciones o empezando de nuevo. ¿Qué le enseña?
Como abogado conoces muchos dramas, lo que te ayuda a entender… y ves el liderazgo como entrega de lo que tienes a los demás para hacerles mejores. Quiero conseguir mejores profesionales y líderes de equipos. El término ‘humanocracia’ sirve para una empresa que facilite espacio para la creatividad personal: no me gustan los controles, prefiero la confianza, porque confiaron en mí y yo debo confiar.
¿Qué actitud destaca ante los conflictos?
Debemos escuchar y entender a todos con sus problemas, que has de poner en contexto, porque el problema puede ser uno mismo y no lo ves. En los momentos malos hay que dar temple, saber prescindir de cosas, perder el miedo al fracaso, que forma parte de la vida. Siempre he intentado llegar a acuerdos, crear un espacio donde ambas partes se sientan cómodas, no llevar a un extremo y romper, recomenzando si hace falta.