Los procesos agrícolas tienen un impacto importante en la conservación de la calidad de la tierra y de los recursos naturales. Por otra parte, la agricultura es una actividad con mucho peso en la economía de nuestra zona. Por lo que es preciso optimizar los recursos y las labores de cultivo, pues tienen una influencia directa e importante para la conservación del medio ambiente.
El nitrógeno se presenta en los suelos de forma natural, fundamentalmente en forma de ion nitrato, que se pierde por lavado, diluyéndose debajo de la zona de las raíces del cultivo. Se trata de un ion muy móvil, de carga negativa, que no es absorbido por el suelo. Por ello, se lava fácilmente.
La contaminación por nitratos se produce por acumulación de los excedentes de nitrógeno, que se aportan a las tierras de cultivo a través de los fertilizantes, tanto de síntesis como ganaderos, primero en el suelo y luego, por las aguas que pasan de los campos al subsuelo.
Esto influye directamente en la cantidad y la calidad de las aguas que se vierten en los desagües y al subsuelo. Si no tenemos en cuenta los grandes riegos por inundación, el caudal percolado y drenado es menor. Por ello, las masas de nitratos arrastradas son muy inferiores a las iniciales.
«La masa total de nitrógeno exportada a las aguas disminuye cuatro veces si el sistema de riego y la aplicación de fertilizantes se hace de manera eficiente y controlada»
Con los nuevos sistemas de fertilización, que proporcionan bajas dosis durante más tiempo, se consigue que las plantas puedan asimilar mejor los nutrientes en vez de darles un “atracón” y que al final acaben en nuestras aguas.
En zonas que han modernizado sus sistemas de riego, pasando de riego a pie a riego presurizado, se consigue reducir el consumo de agua en un 20 por ciento, con una eficiencia mucho mayor, ya que se utiliza menos agua por kilo de grano producido y se envía mucha menos al subsuelo y a los desagües.
El manejo del riego juega entonces un papel muy importante. La dosis de fertilizante y el momento de su aplicación se deben, pues, ajustar a las necesidades del cultivo, evitando excesos que arrastren el fertilizante fuera del alcance de las raíces.
El riego por aspersión mejora notablemente el uso de los fertilizantes, reduciendo así la contaminación de las aguas y, además, hace posible la distribución de los fertilizantes de forma líquida con el riego durante más tiempo y dosis mucho más bajas.
Con el riego localizado por goteo puede elevarse un punto más la eficiencia del riego y la eficacia de las aportaciones de nitrógeno, en el caso de fertiirrigación.
También conviene destacar que encontramos otros sistemas de fertilización alternativos, como el método de inyección directa de nitrógeno al suelo, evitando de forma drástica las pérdidas de nitrógeno.
En conclusión, la masa total de nitrógeno exportada a las aguas disminuye cuatro veces si el sistema de riego y la aplicación de fertilizantes se hace de una manera eficiente y controlada.
En su conjunto, estas estrategias consiguen que la calidad del agua se mantenga en buenas condiciones y así los usuarios cuenca abajo puedan disfrutar de un agua de buena calidad.