Según el refrán, ‘no es oro todo lo que reluce’. Y aunque el turismo representa en torno a un ocho por ciento de la riqueza de Aragón, también tiene su ‘cara b’. En el anterior número de El Cruzado, Pablo Delclaux (director del secretariado de Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal), afirmaba que “el turismo beneficia y perjudica; muchas veces, el turismo es una intrusión en el pueblo, que solo beneficia al bar o restaurante y el resto lo sufre como una carga”.
Unas palabras que enlazan con la realidad que viven los vecinos de ciertos lugares que reciben turistas. Algunas asociaciones se hacen eco, como la creada recientemente en el municipio de Lecina o la más veterana de vecinos de Cerler. Los alcaldes de varios municipios turísticos, por su parte, tratan de gestionar para todos.
El pasado mes de enero se creó la Asociación de Amigos de la Carrasca de Lecina y Municipio con tres objetivos muy claros. En primer lugar, se busca aprovechar la energía del volumen de visitantes para mejorar los servicios del municipio; también quiere sentirse “partícipe y colaboradores” de la gestión municipal; y, por último, reclaman una colaboración conjunta con el Ayuntamiento en la búsqueda de iniciativas que permitan “fijar e incrementar población”.
La asociación se constituyó con una treintena de socios, que esperan sigan aumentando. “Nos sentimos abandonados. Faltan muchos servicios, de todo tipo. Los partidos prometen mucho pero luego hacen poco”, resalta María Jesús Arasanz, su presidenta.
El objetivo común es que “nos hagan un poquito más de caso, a ver si tanto la Diputación como Gobierno de Aragón se acuerdan un poco más de nosotros”, desea. Y sentencia: “Cuando pedimos cosas, nos dicen que todo va para la nieve, ni las migajas nos quedan”.
Los Amigos de la Carrasca ya han tenido varias reuniones con el Ayuntamiento y la Comarca. “Ellos dicen que también piden, pero que están en el olvido. Entre todos, vamos a intentar que se acuerden”. En la nota que emitieron recientemente se condensa la intención de “salir rápidamente del modelo en el que, por el impacto mediático de la carrasca, estamos gastando en personal mucho más de lo que se recauda, sin que en Lecina ni en el municipio de Bárcabo mejoren ni los servicios ni las perspectivas”.
La idea es aprovechar el torrente de gente que llega hasta Lecina desde el pasado verano con motivo del “impresionante éxito colectivo” de la carrasca. “Se trata de acondicionar el pueblo y tener unos servicios. Nuestra idea es que se aproveche el boom antes de que esto pase”, apunta Arasanz.
Internet no funciona del todo bien en el pueblo y la cobertura no llega a todos los puntos: “No funciona muy bien, tampoco te puedes tomar un café o un bocadillo. Sí que hay una casa rural que tiene bar, pero abre en verano y en épocas de mucho repunte. El resto del año no hay servicios, y nos gustaría que nos ayudaran a hacer ese pequeño arranque”.
El municipio de Bárcabo se compone de ocho pueblos, entre los que se encuentra Lecina. Una gran parte de los habitantes trabajan fuera y se acercan por el pueblo durante el fin de semana, según explica Arasanz. En verano, Lecina se llena de personas e incluso ahora, añade, “han llegado dos familias a vivir aquí. Ya que alguien se anima, hay que darles un poco de comodidad”, concluye.
Quejas en Cerler
En otro punto de la provincia, otro colectivo lleva tiempo viendo más allá de los beneficios del turismo. Su principal punto negativo, para la Asociación de Vecinos y Amigos de Cerler Pico Sarllé, es la limpieza. “La gente que viene, muchas veces no es cuidadosa. Las bolsas de la basura las tiran de cualquier manera, dejan mucha porquería en los caminos. Te encuentras mascarillas, bolsas, latas de refrescos…”, asevera Lucas Dambraz, presidente de este colectivo.
Esta asociación nació porque hay zonas en las que no está clara la responsabilidad sobre el mantenimiento de las infraestructuras y de los servicios en el pueblo. Se trata de la zona de la Urbanización, “que es la parte nueva”. Dambraz asegura que “cuando te diriges al Ayuntamiento para reclamar mantenimiento y servicios públicos, te mandan a Aramón. Y cuando vas a Aramón a pedir lo mismo, te mandan al Ayuntamiento. En medio estamos nosotros y no nos hacen ni caso, ni los unos, ni los otros”.
El presidente de la Asociación Pico Sarllé concluye dejando claro que Cerler es el pueblo donde se aloja “el motor económico del valle y es el pueblo que menos servicios tiene del valle”. En su opinión “faltan aparcamientos, está sucio, el sistema de alcantarillado se montó hace muchísimo tiempo de fibrocemento. Los terrenos se han movido y las tuberías se han partido. No hay depuradoras. Hay una serie de deficiencias brutales en servicios básicos”.
La visión de los alcaldes
José Ignacio Abadías, alcalde de Benasque, discrepa con ellos y afirma que “los servicios están dimensionados”. Abadías detalla que en el presupuesto municipal de cada año deben prever las partidas necesarias para que haya refuerzos de personal en las dos temporadas, invierno (con la llegada de unos 350.000 esquiadores) y en verano (con más de 600.000 visitantes).
Además, cuentan con aparcamientos, con dos solares alquilados para cubrir la demanda y para el suministro de agua, cuentan con un depósito de cuatro millones de litros, “suficientes” si no hay sequía.
Una sequía que es más fácil que genere problemas en el municipio de Aínsa-Sobrarbe. Su alcalde, Enrique Pueyo, indica que atienden a 26 pueblos y que a ellos sí les llegan quejas de vecinos que piensan que se atienden antes los servicios para los turistas que para ellos.
“Aquí no tenemos dimensionados todos los servicios” –afirma– “se nos colapsa muchas veces, a pesar de los esfuerzos”. Por ejemplo, con el tema del agua. Si bien para la villa de Aínsa no hay problema, para algunos núcleos sí: “El año pasado hubo que traer agua de boca para Sarsa; son pueblos en los que la gente tiene su huerto y no quieren dejar de hacerlo”, concreta.
En cualquier caso, Pueyo defiende que el turismo “genera economía” y que hay que “conjugar esta actividad, para que el turista esté a gusto, con todos los servicios para los pueblos. Y en eso trabajamos”, concluye.
También en el Sobrabe, Miguel Ángel Noguero, alcalde de Bielsa, resalta la importancia de tener dimensionados los servicios. Como los demás, destaca los aparcamientos habilitados y los dos depósitos de agua que cubren las necesidades cuando hay picos de demanda.
El mayor esfuerzo, con los trabajadores municipales. “Funcionamos mucho con compensación de horas”, explica para poder atender los momentos de más demanda en los diferentes servicios.
Mariano Altemir, alcalde de Alquézar, reconoce que se necesita “una infraestructura mínima para dar continuidad” a los trabajadores que necesitan para atender el turismo. En esta localidad de Guara lo cubren con aparcamientos y depósito de agua suficientemente dimensionados.
Respecto a la promoción dada a la carrasca de Lecina, cree que “hay producto, pero para que sea definitivo tiene que haber servicios; falta iniciativa privada”, añade.