A la hora de emprender una actividad, la elección del espacio resulta crucial. Un empresario buscará la mejor ubicación para que se le vea y pueda realizar las tareas propias. Una asociación o colectivo desea un lugar adaptado a las necesidades que requiera su tarea.
Ocurre así, como constatamos en este número por enésima vez, con los numerosos grupos que existen en Barbastro, que carecen de una sede apropiada para su actividad. En este caso, la Escuela Municipal de Música, que lleva años reclamando unas instalaciones acordes, con aulas insonorizadas y espacio suficiente para desarrollar su labor.
Más allá de esta concepción del espacio se encuentra otra, la referente al escenario en el que ocurren situaciones. Una curiosa se ha dado esta semana. Bien es sabido que los partidos políticos suelen seleccionar muy cuidadosamente dónde lanzan sus mensajes. El lugar, el espacio, cobra tanta importancia como la consigna que se quiera hacer llegar al público. Sin olvidar el cuándo, por cierto.
Y así llegó el pasado miércoles el grupo Vox en Aragón hasta las puertas del Museo de los Mártires Claretianos, para “exigir al gobierno de Sánchez la derogación de la Ley de Memoria Democrática por ir en contra de la verdad histórica”. La retórica se acompañaba de la imagen, para más inri, en un 20 de noviembre.
El problema reside en que mientras un partido denuncia que otro hace un uso político de las víctimas de una Guerra Civil, lo hace tomando como rehenes a quienes murieron por defender una fe que no tiene bandos. Mientras se alerta de que “la historia deben hacerla los historiadores y no los políticos”, son estos los que aparecen delante de las cámaras. Al tiempo que se abandera el mensaje de “no regodearnos en el dolor”, se recuerdan los episodios más cruentos de unos mártires claretianos que, como otros de los masacrados en esta diócesis, son hoy testigos de perdón y reconciliación.