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Araceli Cavero A cuatro manos
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El problema de la inmigración

Araceli Cavero A cuatro manos
25 julio 2024

Allá por los años 60, España era un país de emigrantes. Yo misma lo fui. Mayor de seis hermanos, mi padre enfermo y el dinero que nunca llegaba lo suficiente para cubrir las necesidades de una familia numerosa. Por lo que la solución era buscar la vida fuera de España. Francia, Suiza y Alemania eran los destinos más elegidos.

En aquellos años, el país que necesitaba mano de obra la solicitaba directamente a los gobiernos. Aquí funcionaba lo que hoy podríamos definir como el INEM, que gestionaba las demandas.
En diciembre del 62 salimos de Huesca un grupo de diez personas con destino a dos fábricas de un pueblo en Suiza. El grupo que fuimos a la fábrica de conservas, salimos de aquí con contrato de trabajo indefinido, con una residencia como alojamiento y una cantina para la comida. El precio de estos servicios era muy económico y se nos descontaba de la nómina. El dinero sobrante llegaba a las familias para solucionar algunos problemas. Un detalle más: la jefa de personal vino a buscarnos a Ginebra para acompañarnos a nuestro destino.

Lo que sucede hoy con los inmigrantes no tiene nada que ver con lo de aquellos años. Se condena a los inmigrantes (quizá solo a los africanos), a la ilegalidad cuando no a morir en el intento de llegar a Europa. Por otro lado, estoy oyendo a los empresarios que necesitan mano de obra (parece que los españoles somos bastante selectivos a la hora de aceptar un trabajo).

Entonces, ¿por qué no se intenta solucionar mejor este problema? Se podrían conceder visados a los interesados en los trabajos que demandan los empresarios, de modo que las personas no dependan de la suerte de llegar o no llegar a destino; ni de las mafias que los explotan económicamente y si hay algún problema no dudan en abandonarlos a su suerte.

El dinero que se envía ayuda a toda la familia solucionando muchos problemas. Si un padre puede acceder a un trabajo seguro, no tiene necesidad de enviar a un hijo menor a sufrir las dificultades de desarraigo que supone la emigración.

Nos estamos convirtiendo en un país envejecido, faltan niños y jóvenes que nos releven, además de que los inmigrantes en situación legal, aportarían sus impuestos al Estado. Y no nos iría nada mal.

Además de mis viajes por el tercer mundo y ver cómo viven en esos países, en una ocasión una cadena de TV emitió un reportaje sobre los inmigrantes en Andalucía y salió un señor que vivía en un verdadero chamizo y que, sin embargo, estaba feliz porque en su país estaba mucho peor. Pero por mi experiencia como emigrante y haber visto la clase de vida que lleva la gente en esos países, pediría a los gobiernos que no aprueben leyes para despachar a los inmigrantes, apruébenlas para que no arriesguen sus vidas en el mar en el intento de llegar a los países menos desfavorecidos como los nuestros, y puedan dar un mínimo de bienestar a estas personas que no merecen vivir con tantas dificultades y agobios. También a nosotros nos decían los suizos que íbamos a quitarles el trabajo, como algunos les dicen aquí.

Y les aseguro que en cuanto a los delitos que se cometen, el mismo porcentaje hay entre los españoles que entre los inmigrantes. No les colguemos a los inmigrantes el sambenito de la delincuencia.
En cuanto a los menas, ¿quién tiene el corazón tan duro de echarlos a sus países donde tan mal se vive?

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