Este sábado, El Tormillo vivirá una jornada histórica. Un apelativo que, en este caso, no usamos de forma baladí, pues ha pasado más de un siglo desde que se previó que sus tierras fueran de regadío. Y no ha sido hasta ahora que lo han conseguido. El consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, presidirá la jornada en la que se explicará cómo casi 1.500 hectáreas de secano rodeadas de regadío se han convertido. Y en este caso, ha sido por el tesón de los propios interesados.
David Solano preside la Comunidad de Regantes del Sector XX Bis del Canal del Cinca. Un colectivo formado por los regantes expectantes de los núcleos de El Tormillo y Lamasadera (este del municipio de Sariñena) que se constituyó en plena crisis financiera de 2008. El objetivo, llevar a cabo un proyecto de regadío que data de 1915. Fue entonces cuando nació el germen del Canal del Cinca, con la ley de Riegos del Alto Aragón. El Tormillo, entonces con Ayuntamiento propio, entraba en esos planes iniciales, que se retrasaron hasta la década de los 50 del siglo XX. El Canal del Cinca se hizo realidad, pero El Tormillo y Lagunarrota se quedaron fuera.
El Tormillo, 100 años esperando el regadío
Con los avances técnicos, que introdujeron el bombeo de agua, se volvió a plantear que esas tierras fueran de regadío, tomando el agua de la acequia de Pertusa. Sin embargo, hubo oposición por parte de quienes tomaban el agua de esta acequia. No fue hasta los años 80 cuando se encargaron los pertinentes estudios sobre la aptitud de los suelos para ser de regadío y de los caudales. De nuevo, la oposición a compartir este agua volvió a ganar.
La parálisis llegó hasta el año 2004. Se hizo un Plan Coordinado de Obras, que pasó los trámites de declaración de impacto ambiental e información pública, hasta ser aprobado en 2008. Y llegó la crisis. El proyecto contemplaba una inversión de 25 millones de euros. “El presupuesto para toda España para estos proyectos era de ocho millones y con la crisis se quedó en la mitad”, recuerda Solano.
Esta vicisitud fue la que empujó a los interesados a constituirse en comunidad de regantes, lo que les permitió tener una figura jurídica para poder optar a financiación. “Copiamos el modelo de la modernización de regadíos, en el que son los regantes los que hacer la inversión”, explica el presidente. Esto les permitió adaptar el proyecto a sus necesidades, que finalmente ascendía a 11 millones de euros. “Era un proyecto con placas solares, más eficiente en energía”, detalla.
Así, con el apoyo del Gobierno de Aragón, que aporta el 50 por ciento de la obra, los regantes de El Tormillo y Lamasadera consiguieron la financiación de Ibercaja y Caja Rural. Ambas entidades respaldaron la iniciativa y las obras comenzaron en 2020. “Lo peor ha sido la guerra de Ucrania y la huelga de transportes del año pasado”, rememora David Solano. Y es que tenían el precio cerrado con la empresa y el aumento de costes fue un duro golpe.
Ahora, tras “mucho trabajo”, 120 regantes podrán coger agua de la acequia de Pertusa y verán cómo se multiplica la rentabilidad de sus tierras de cultivo, que pasan del secano al regadío tras más de un siglo desde que se propuso por primera vez.