Los vecinos del valle de Chistau se encuentran a tan solo unas horas de que comience la fiesta de san Antón y los trucos. Una tradición que, tal y como explica el alcalde de San Juan de Plan, Roberto Serrano, “se actualizó hace unos años porque la costumbre se había decaído un poco, por lo que se empezó a hacer la fiesta de manera más comunitaria entre los pueblos del valle”.
La fiesta comienza en Saravillo alrededor de las 20 horas cuando los mayorales convocan con el sonido del cuerno, junto con los trucos, esquirlas y cencerros, a los vecinos del municipio. Acto seguido, recorren el pueblo “despertando a las calles” con el sonido. Después, continúan su recorrido por los diferentes municipios siguiendo el siguiente orden: Gistaín, San Juan de Plan, Plan, Sin y Serveto.
En cada pueblo se ronda por sus calles haciendo sonar los trucos bajo las órdenes de los mayorales. Unas figuras que se encargan de marcar el paso y ritmo, ataviados con unos trajes para la ocasión compuestos por la zamarra o cuera (piel), el macuto (mochila o bolso) y el gancho. A lo largo de su recorrido, realizan varias paradas para degustar diferentes tentempiés y hacer sonar sus “trucos”.
La mayoría de los vecinos del valle se unen en este recorrido y se desplazan entre los pueblos en coche, aunque algunos años el recorrido entre San Juan de Plan y Plan lo realizan andando, ya que existe poca distancia entre ellos. “La fiesta termina muy tarde, entre las dos y las cuatro de la mañana, depende del año”, explica Serrano.
La historia de “san Antón y los trucos” en el valle de Chistau
“Esta es una de las citas fundamentales del valle, caiga entre semana o no. Yo veo san Antón como una especie de paso entre el invierno y cambio de año a carnaval, que también lo vivimos con intensidad. Además, esta fiesta surgió de una forma muy espontánea y nada premeditada y era por tradición una fiesta masculina, por el simbolismo del cencerro y porque antiguamente se decía que era la faena del hombre. Pero ahora en el valle de Chistau las mujeres también ‘trucan'”, añade Serrano.
Los encargados de hacer sonar los trucos son, además de los mayorales, todo aquel que lo desee y que disponga de un truco o esquilla. “Este es otro de los grandes cambios porque antiguamente trucaban los que tenían ganado, pero ahora es imposible porque no existen tantos ganaderos. Se habla mucho del cambio de tradiciones, como que truquen las mujeres, pero muy poco de otros como que la sociedad se haya cargado la economía del sector primario”, concluye Roberto Serrano.