Las primeras Navidades que Pipino y Carla pasaron en Barbastro nevó. Ellos aún lo recuerdan con un estremecimiento ilusionante. “Fue una pasada”.
En la llanura pampeana donde nacieron no nieva. Llegaron al Somontano desde la región de Córdoba, en su Argentina natal, tras un breve paso por las islas Canarias. Comenta Pipino que un amigo suyo les animaba a irse a Alemania. “¿Alemania? No nos damos cuenta de la grandeza que supone compartir un idioma”.
Navidad en verano
En Argentina, el verano marca el ritmo de las celebraciones navideñas. “Se puede ver alegría por todas partes y un ambiente festivo”, explican.
Para Nochebuena, todos cenas fuera de las casas, al aire libre. Alrededor de mesas amplias para acoger a la familia, a toda la familia o a una buena parte de ella porque son fechas “súper familiares”, aclaran.
En el menú no debe faltar el archifamoso asado argentino. Cochinillo o cordero son las carnes más representativas, pero asado al fin y al cabo. Y acompañado por unos entrantes a base de platos fríos como el vitel tonne, fiambre alemán o empanadas.
“El día de Navidad nos trasladábamos con la familia a comer a las orillas del río. Allá se puede realizar un asado en cualquier lado, con precaución, pero se permite. Así que, en las riberas del río disponemos de parrillas de material (de obra) para que la gente las use”.
En Navidad, los argentinos la viven en la calle y con los suyos. ¡Ah! y con muchos fuegos artificiales estallando y coloreando el cielo.
A pesar de vivir ahora la Navidad bajo los rigores del invierno, siguen sintiendo estas fechas con verdadero cariño. Una de sus sorpresas en la mesa es el marisco: “Aquí se come marisco casi en cualquier casa, pero en Argentina sólo los ricos se lo pueden permitir. A nosotros, el cardo, las borrajas y el bacalao nos encantan”.
De España, destaca Balanzat “nos gustan las luces, la iluminación y el ambiente de las calles. La Navidad la vivimos y la disfrutamos. Con familia y amigos”. Si te gusta la Navidad da igual dónde te encuentres.