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El Cruzado
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En defensa de la libertad de prensa

El Cruzado
03 mayo 2024

La libertad de prensa, cuyo día hoy celebramos, siempre tendrá enemigos. Pero, como manifestación concreta de la libertad de expresión que es y a la que todos tenemos derecho, nunca le han faltado ni le van a faltar defensores. Basta con escribir este editorial, o leerlo, para materializar una libertad individual que, lejos de ser un regalo, conlleva su obligatoria responsabilidad.

Qué bien lo supo expresar la Declaración Universal de Derechos del Hombre y el Ciudadano en 1789: “La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciados del hombre; todo ciudadano puede por lo tanto hablar, escribir e imprimir libremente, a condición de responder a los abusos de esta libertad en los casos determinados por la ley.”

Por la ley. No por la intimidación del poder ni por sus amenazas, al medio o a la persona. No por la censura previa ni por la autocensura sobrevenida en la estela de lo políticamente correcto. No por la presión económica, por los chantajes velados o los castigos en forma de vetos, señalamientos o ruedas de prensa sin preguntas. No porque alguien decida arrogarse el poder de decidir de qué se puede hablar y de qué no; cuándo, dónde y cómo hacerlo. Ni siquiera por la presión popular.

La libertad de prensa y la libertad de expresión son pilares de un Estado de Derecho sano, firme y democrático, instrumentos al servicio de la transparencia, la rendición de cuentas y la sana confrontación de ideas.

Sin su ejercicio, que es libre o no es, la sociedad estaría privada de información crítica, y su capacidad de cuestionar, debatir y fiscalizar se vería restringida. Porque en un clima político y social cada vez más polarizado, la prensa libre tiene el poder de iluminar los rincones oscuros y mantener a los poderosos bajo escrutinio constante, siempre bajo el faro de la verdad que, hay que puntualizar, no tiene dueño.

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