Barbastro

María Puértolas: «Felipe II quiso la cabeza de san Ramón como reliquia»

El 21 de junio de 1126 fallecía san Ramón, obispo de Roda y de Barbastro. Un personaje que sobresalió en diversas áreas y continúa ligado a nuestra historia

María Puértolas junto al brazo de san Ramón, expuesto en el Museo Diocesano. Foto: L.G.
Lola Gª Casanova
18 junio 2023

El 21 de junio de 1126 fallecía san Ramón, obispo de Roda y de Barbastro. Medía 1’80, un hombre altísimo para la época. Un personaje que sobresalió en diversas áreas y continúa ligado a nuestra historia.

María Puértolas, subdirectora del Museo Diocesano Barbastro-Monzón y gran conocedora de la persona y del legado de san Ramón Obispo, ofreció una charla el pasado jueves para darlo a conocer. Se centró en tres aspectos: el de obispo singular, mecenas de las artes y santo identitario de la diócesis de Barbastro-Monzón

San Ramón, popular pero, a la vez, un desconocido.

Un obispo singular y de gran valor desde el punto de vista de la fe y la devoción. Su perfil personal nos acerca a un obispo distinto a los de su época. Si lo habitual era que acompañaran a los reyes en sus campañas militares, san Ramón decide recorrer la diócesis y antepone la labor pastoral a las guerras. 

Toma posesión de la sede en 1104. Y el rey en aquellos años era Alfonso l el Batallador. Al final de su vida, se reconcilia con el monarca y viaja con él. Fallece en Huesca al regresar de las campañas militares del sur y lo entierran ahí y, muy pronto, los canónigos de Roda de Isábena reclamaron sus restos.

También destaca nuestro santo como protector de las artes y mecenas.

Proviene de una familia francesa culta y desarrolló el gusto artístico. Con él, la catedral de Roda llega a su esplendor. El rastro de estos artistas se deja ver. A pesar de que resulta complicado saber con exactitud qué piezas se asocian a él, le interesaba el arte, basta con observar su ajuar funerario, la calidad de las manufacturas islámicas de las telas o los botellines que utilizaba en la consagración de las iglesias. Todo ello nos habla de una persona que cuidaba lo artístico.

Háblenos del episodio por el que es expulsado de Barbastro, su sede episcopal. 

Esteban, el obispo de Huesca, aprovechó que san Ramón no viajaba con el rey para socavar su autoridad y enemistarlo con personajes destacados. Y lo logró. El resultado es bien conocido: su expulsión de la sede episcopal de Barbastro y se traslada a Roda, también sede. San Ramón se despide desde el monte de los Ahorcados (hoy San Ramón) camino de Roda. 

Y al hablar de san Ramón, ¿cómo debemos referirnos a él:  como obispo de Barbastro o de Roda?

Él conservará el título de ambos obispados: Barbastro y de Roda.   Situémonos en la época y caeremos en la cuenta de que interesaba que Barbastro contara con su sede episcopal. Acababa de ser reconquistada y había que afianzar estas tierras. Roda ya contaba con su catedral. 

Él siempre se consideró obispo de ambos lugares hasta su muerte en 1126 y así firmaba. Como obispo en Roda tampoco permaneció sólo ahí. Los obispos eran muy viajeros.

Nota curiosa es que el Papa siempre lo reconoció como obispo y Esteban acabó excomulgado. Sin embargo, la sede episcopal de Barbastro quedó durante siglos vacante y no se cubre hasta el siglo XVI. De ahí viene el espíritu eterno de esta ciudad de recuperar y mantener su sede episcopal.

Además, cuenta con fama de milagrero y existe mucha documentación sobre su vida. 

Gozó de un enorme prestigio y sí, muy pronto crece su fama de milagrero y de hombre santo. Ya en 1138, muy próximo a su muerte,  el canónigo Elías escribe su biografía.

Otro episodio llamativo lo protagoniza en 1170 Alfonso II de Aragón (hijo de la reina Petronila). Él regaló a los canónigos de Roda el sarcófago en el que yace el santo y que podemos disfrutar en la actualidad. De esta manera reconoció que los de Roda enviaran reliquias de san Valero a Zaragoza. 

Vaya con las reliquias.

El trasiego de reliquias ha sido una constante durante muchos siglos como forma de llevar a la piedad. Así, a finales del siglo XVI, el obispo de Barbastro, Miguel de Cercito impulsa el culto a san Ramón.

De hecho, en su empeño por que Barbastro contara con reliquias del santo, se dirigió a la Santa Sede y hasta escribió al rey Felipe II para que le ayudase. Como resultado, hasta el mismo Felipe II pidió la cabeza de san Ramón para llevársela  al Escorial. Aunque no fructificó.

La fiesta que la ciudad organizó cuando llegaron las reliquias en 1595 se haya documentada y fue un verdadero fasto. Y fue Cercito quien declaró al santo obispo patrón de la diócesis. 

De todas formas, san Ramón se ha quedado como un santo local, de indudable valor, pero circunscrito a esta tierra. Encarna la identidad de esta diócesis, la representa. 

En cuanto a documentos, el mismo obispo Cercito escribió una historia de san Ramón al igual que don Damián Iguacén también se interesó por investigar su figura.

Y el 21 de junio se cumplirán 70 años del órgano de la Catedral, también vinculado a san Ramón. 

En 1953 se llevó a cabo otra gran celebración en la ciudad al traer nuevas reliquias del santo desde Roda. Ese día sonó, por primera vez, el actual órgano de la catedral en las manos de Joaquín Broto. 

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