Alrededor del 8’2 % de la población española realiza algún tipo de voluntariado. Dicho de otro modo: más de tres millones de personas mayores de 14 años, cada una con su motivación, pero todas de forma libre y altruista, deciden regalar su tiempo, habilidades, afectos… a una sociedad siempre necesitada de manos que ayuden, y que lo hagan sin pedir nada a cambio.
Son datos de la Plataforma del Voluntariado de España que cifra en 500.000 los españoles que se han incorporado durante el último año al mundo del voluntariado, según se recoge en ‘La Acción Voluntaria en 2022’’, ‘. Un informe que publica a través del Observatorio del Voluntariado, con el apoyo del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. Sus conclusiones aportan otros datos interesantes, como la paulatina feminización del voluntario (56% de mujeres), la reincorporación de los mayores de 65 años tras la pandemia y el hecho de que los menores de 25 sean casi un tercio del total.
El informe, cuantitativo, no recoge otros matices que hallamos en muchos de los voluntarios que nos rodean. Por ejemplo, su anonimato. En tiempos tan dados a la exhibición de galones, su compromiso con la mejora de las condiciones de vida de uno u otro colectivo y, por tanto, con la sociedad en general, no busca el aplauso ni muchas veces obtiene reconocimiento.
No les hace falta. La riqueza de las motivaciones que llevan a cada persona a dar y darse a los demás hace posible que su gratuidad sea una fuente de riqueza: algunos estudios cifran la aportación del trabajo voluntario al Producto Interior Bruto en un tres o cuatro por ciento.
Lo que no recogen los números es de cuántas maneras esos voluntarios cambian la vida de las personas.
El lunes se celebró el Día Internacional de los Voluntarios y la fecha se queda corta para agradecer a cada uno de ellos todo lo bueno que nos regalan cada día.