Lo desesperanzador de la despoblación preocupa y desanima a partes iguales. Sin embargo, parte de las nuevas generaciones, tanto de origen rural como urbano, tienen claro que quieren apostar por las posibilidades que presentan los pueblos.
Además de las dificultades estructurales de estos territorios, están las que ha cuajado la opinión popular: menos gente, menos vida social o más distancias. Pese a ello, muchos jóvenes se centran en la calidad de vida del campo.
Las becas Arraigo y Desafío ofrecen prácticas en el medio rural y permiten a los estudiantes volver a él o conocerlo. La mayoría de ellos forman parte de las segundas.
Ana Cortés y Maria Eugenia Expósito, becarias en Berbegal
“Es un ambiente más familiar, nos tratan como iguales”
“El mundo rural se muere y necesita gente joven. Le hemos cogido socialmente mucho miedo a vivir en un pueblo, y no nos damos cuenta de que aquí ganamos en calidad de vida. Aquí eres alguien”, asegura Ana, natural de Huesca y que estudia Ciencias Ambientales. “Es un ambiente mucho más familiar que también se traslada a las empresas, nos tratan como iguales, como trabajadoras”, añade María Eugenia, que es de Zaragoza y estudia Marketing.
Ambas se han trasladado a Berbegal este mes a trabajar en la destilería Savia Íbera. Ana tiene las piernas con raspaduras de sus vueltas por el campo recogiendo lavanda; y María Eugenia, aunque haga trabajos más de oficina, asegura que las dos se echan una mano: “No es como una empresa grande, aquí tenemos más libertad”.
Ana tiene claro que su sitio está más cerca del mundo rural, María Eugenia ve esta experiencia como una manera de “vivirla y abrir la mente”. De Zaragoza de siempre, ha decidido darle una oportunidad a Berbegal, pero cree que su futuro está en la ciudad.
Las dos defienden que necesita una mayor oferta de prácticas en estos espacios rurales. Ana dice que esta fue su única opción: “Las empresas y las administraciones públicas tienen que envalentonarse, no son ellas las que nos pagan”. María Eugenia, por su parte, recuerda que, además, pueden ser una ayuda para la entidad: “Muchas empresas pequeñas no trabajan en el marketing, y nosotros podemos poner en práctica lo aprendido”.
Clara Delia Santos, becaria en Alquézar
“Es como una oportunidad diseñada especialmente para mí”
“No hay opción. No es si me gustaría quedarme en el mundo rural, es que voy a trabajar en él”. Clara lo tiene claro. Vino desde León para estudiar en Huesca Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y poder acceder al mundo del turismo activo de la provincia.
Ahora está con unas prácticas en la empresa de deportes de Alquézar Altura Sport (Guías Boira), y siente esta oportunidad como algo “diseñado especialmente” para ella. “Me gusta la naturaleza y el deporte”, y Alquézar los une. “Es una gran potencia para meterse dentro del deporte de aventura. Aquí el barranquismo es lo máximo, viene mucha gente”.
Los deportes de aventura son el motor de una parte importante del turismo de la provincia oscense. Pese a ello, Clara asegura que “la carrera en sí no proporciona muchas herramientas para que puedas dedicarte al turismo activo. Estaría bien que tuviera una formación específica tanto en este ámbito de los deportes de aventura, como en la gestión de empresas en el medio rural”.
Susana Luis, becaria en El Pueyo de Araguás
“Los animales de abasto se ven como algo secundario”
Primero en una integradora de porcinos, y ahora con vacas en la montaña a través de la Agropecuaria Sobrarbe. Susana, que estudia el Grado de Veterinaria, declara que los rumiantes son los animales que más le gustan.
“Todo el mundo se quiere ir a clínicas de pequeños animales o con équidos, o dedicarse a la investigación”, afirma . “Los animales de abasto se ven como algo secundario, están muy infravalorados”. El motivo: “La gente de ciudad, al no estar en contacto con explotaciones, como sí lo hacen los de las zonas rurales, no los conocen”. “Igual que los granjeros, que cada vez hay menos, lo mismo pasa con los veterinarios de este tipo de animales”.
Susana es de Barbastro, pero no le importaría vivir en algún pueblo pequeño de alrededor y dedicarse al porcino. Aunque por preferir, prefiere, sobre todo, la vida rural en la montaña y los rumiantes. Con estas prácticas vio que tenía una gran oportunidad y decidió aprovecharla.
“La calidad de vida en los pueblos, en mi opinión, es mucho mejor”. Subraya que “se tienen que facilitar más medios. Hay ofertas de trabajo, pero no sitios para quedarse, como pisos de alquiler”.
Adrián Plaza, becario en Sahún
“Hay gente que llega aquí y luego no se quieren ir”
“A mí me parece bien que fomenten que la gente de las ciudades se vaya a los pueblos, pero no entiendo las dificultades para que alguien del medio rural haga aquí las prácticas”. A Adrián, que es de Villanova y estudia Derecho, le costó que le permitieran hacer prácticas en el Ayuntamiento de Sahún.
Habla del futuro como algo incierto, pero estas prácticas le han abierto nuevas posibilidades que antes no se planteaba: “Ahora barajo la opción de dedicarme a la administración local en un municipio rural, donde he estado toda mi vida”. “Todo es más cercano y se establecen vínculos de confianza que en un sitio grande no”. En lo que no duda es en que debería ser un imperativo que todo el mundo tuviese experiencia laboral en zonas rurales: “Hay gente que llega aquí como última opción, por ejemplo profesores, y luego no se quieren ir”.
María Pascual, becaria en Berbegal
“Hay trabajo y posibilidades en los pueblos”
María es de Berbegal de toda la vida y ahora está haciendo prácticas en su ayuntamiento a través de una beca Arraigo. El consistorio buscaba a alguien “que fuera del pueblo y conociese a los vecinos y la forma de tratar con ellos”, cuenta.
Graduada en Derecho, su objetivo inmediato es opositar. “Ahora mismo, quedarme no es la idea que llevo en la cabeza, pero con estas prácticas veo que hay posibilidades. Hay trabajo en los pueblos”. Añade que está viendo “una nueva forma de trabajo que me está gustando”. Declara ser una “enamorada” del mundo rural, y que la realidad es que “el trabajo en un pueblo es el mismo que vas a realizar en la ciudad”, aunque de forma más “personal”. En cuanto a su experiencia, afirma sentirse “realizada”: “Me dan responsabilidades de verdad dentro de lo que puedo asumir, no estoy llevando cafés”.
Mamadou Fadia Diallo, becario en Secastilla
“Me llama la tranquilidad del mundo rural”
Mamadou asegura estar contento con su experiencia en Secastilla hasta el momento. Está cursando el Grado en Gestión y Administración Pública y haciendo las prácticas en el Ayuntamiento de este municipio.
“Siempre me ha llamado la tranquilidad del medio rural. En mi país yo vivía en un pueblo y en el futuro me veo trabajando en un lugar más bien pequeño. Siempre me ha gustado”.
Además, Mamadou afirma que la principal diferencia con una entidad grande radica en las responsabilidades que le hacen tomar: “Ahora estoy tocando bastantes cosas, en una ciudad haría tareas más sencillas y no haría cosas como las que estoy haciendo ahora”.
Jesús Muñoz, becario en Peralta de Alcofea
“Venía a cosechar con mi abuelo, era algo especial”
El amor de Jesús por el medio rural nace de la admiración por la vida que han llevado sus abuelos en El Tormillo: “Venía a cosechar con mi abuelo, y eso era algo especial”. Vive en Cuarte de Huerva, y en cuanto se enteró de la posibilidad de hacer prácticas en el pueblo, se puso en contacto con el Ayuntamiento de Peralta de Alcofea.
Jesús está cursando el Grado de Geografía y Ordenación del Territorio. Declara que al principio no tenía claro que pudiese ser de ayuda, pero cree que la función del geógrafo es muy importante: “El hecho de estar aquí puede favorecer que en otros municipios de alrededor se animen a contratar a una persona de mi titulación”.
Sin embargo, asegura que en su carrera siempre les han insistido en las muchas posibilidades que albergan las zonas rurales. Pese a ello, declara que “la gente sigue sin ser consciente de todas las posibilidades que hay para trabajar. Todavía no hay empresas que ofrezcan puestos de trabajo, pero si me pusiera como autónomo encontraría mucho”.
En lo personal, Jesús dice que le “encantaría” quedarse a vivir en su pueblo y aportar su “granito de arena para poder levantarlo un poco”.
La experiencia hasta ahora le permite considerar que está teniendo ciertas ventajas: “Tienes la posibilidad de ampliar tu perspectiva y tus competencias”.
Además de trabajar en planos de aguas y carreteras, algo propio de su carrera, Jesús aclara que ha hecho trabajos que podrían ser de ingeniero. Pero, sobre todo, destaca la organización del cementerio municipal que está realizando junto con su abuelo y su tío, voces de la experiencia que le ayudan en su contribución al “desarrollo territorial”.