El barbastrense Juan José Betorz falleció hace unos días. En este in memoriam, Antonio Latorre recuerda su figura.
Sin duda, Juan José Betorz fue un músico de raza, de una generación de brillantes profesionales barbastrenses forjados en los años 1940/50 en las Bandas del F. de J. dirigida por Máximo Villalonga, y en la del Cuartel General Ricardos, dirigida por Heriberto Morera.
Era el único que quedaba con vida de aquella época tras la desaparición de Oswaldo Santamaría, Magín Roca, Pablo Lleida, Jesús Bellosta, Miguel Allué, Félix Olivera, José María Melendo, José Sanz, Mariano Cubero y Blas Broto, y más recientes Tino Trallero, Antonio Grasa, Jesús Cortina, Antonio y Rafael Sahún, Eugenio Sánchez, Sebastián Gistaín y Antonio Gibanel.
Junto con todos ellos, Pepe Betorz intervino el año 1954 en la representación de la zarzuela La Dolorosa, con cantantes y músicos de la “cantera”, siendo partícipes directos de aquél memorable triunfo en el Teatro Principal.
Por aquel tiempo Barbastro tuvo un grupo de orquestas de mucho renombre, actuando en La Floresta, Casino La Peña y SMA, dignas de grabar discos y presentarse en las mejores salas de grandes capitales, no faltándoles buenas ofertas. Todas estaban compuestas por músicos procedentes de las citadas bandas, hasta que en los años 60 la orquesta Wancuver con Jesús Labara como cantante, última de esas “décadas prodigiosas”, dio paso a excelentes conjuntos modernos como fueron Diapasón y IV Dimensión, entre otros.
Pepe Betorz perteneció al conjunto Variedades y a las orquestas Alaska y Monterrey, incorporándose posteriormente a la Jazz-Columbia de Estadilla, con quien compartí escenario desde 1958 a 1962, recorriendo en galas y conciertos durante buena parte del año, Aragón, Cataluña, Navarra y varias localidades del sur de Francia. En 1964 se incorpora a la orquesta Estrellas Negras de Binaced hasta su jubilación y continuó actuando con la Banda de Música Ciudad de Barbastro, quien le hizo un merecido reconocimiento por su larga trayectoria profesional. Fue muy importante su etapa como profesor de trompeta, junto con D. Julio Broto, cuando este formó la Banda Juvenil de Música en los años 1980/90, a la cual perteneció también como componente.
Aparte de mi admiración profesional de siempre, me unía a él un estrecho vínculo familiar, al estar casado con mi prima hermana Alicia Latorre.
Pepe Betorz fue, sin duda, uno de los mejores trompetas de Aragón de su época, su buen oficio y virtuosismo se han manifestado siempre en todas sus actuaciones. En los años 1950/60 las orquestas en los pueblos estábamos todos los días de la fiesta, interviniendo en misas, rondas –con grandes joteros como Vicente Cambra y Joaquín Campodarve–, conciertos y sesiones de baile de tarde y noche.
Su versatilidad era extraordinaria, ya que además de la trompeta, tocaba el violín y cantaba con una excelente voz de tenor, que demostraba cuando con Fernando Badía cantábamos en las misas mayores el Te Deum Laudamus de Lorenzo Perosi. Como dato anecdótico es digno de mencionar en las sesiones de concierto, sus intervenciones en dos temas obligados que el público le pedía: el pasodoble En er mundo y El Sitio de Zaragoza, con sendos solos de trompeta muy difíciles de interpretar y que él dominaba, levantando del asiento a un entregado público aplaudiéndole entusiasmado.
Algo que siempre recordaba y jamás olvidó, fue cuando le presenté en Madrid a dos de los trompetistas mejores de España: Arturo Fornés en la Sala Pasapoga y a Juan Cano en Televisión Española.
Querido Pepe, perteneces por derecho a la historia de la cultura musical barbastrense, a esa élite de profesionales que ha prestigiado a través de los tiempos nuestra tradición de siglos, y que perdura en la actualidad con jóvenes talentos en distintos géneros con una notable proyección internacional.
El pasado día de San José cuando te felicité, hace pocos días, quedamos en que nos veríamos pronto para “charrar” de esas grandes orquestas de nuestros tiempos que tanto te gustaban, de televisión, de música y de las miles anécdotas que hemos compartido. Iré a verte, y junto a mi prima Alicia, tu hermana Lolita y familia, allí estarás también con nosotros, sino en presencia, en esencia.
Nos llegan los ecos de tu trompeta tocando en la Gloria con coros celestiales El Silencio de Nini Rosso que tu bordabas, que siempre emociona y que es como te has ido, silenciosamente y discreto, como eras, dejándonos así de pronto solo con tu recuerdo imperecedero, ya que las personas no mueren mientras son recordadas, y tú lo serás siempre con cariño por tu bondad humana y profesional.
Descansa en Paz Pepe.