Rubén González partió junto a su amigo Juan Gabriel con sus vehículos particulares desde Barbastro hasta Valencia. Ambos trabajan como transportistas y decidieron cargar sus furgonetas con el material recogido en el recinto ferial y en otros puntos de recogida de Barbastro hasta otro de descarga en Algemesí. Previamente, contactaron con un grupo de voluntarios de la zona afectada para acordar dónde podían depositar toda esta ayuda. Así, el viernes por la tarde emprendieron su marcha. “Los vecinos de Valencia se mostraron superagradecidos. Aun después de todo lo que están viviendo, te reciben con una sonrisa de oreja a oreja”, confiesa González.
Para llegar hasta la zona acordada, atravesaron el centro de Algemesí y González confiesa que el panorama era “desolador”. “Quieres ponerte en su piel y no puedes, imposible. Regresas de allí afectado porque ves que mucha gente lo ha perdido absolutamente todo. Una cosa es lo que vemos en la televisión y otra verlo con tus propios ojos. No existen palabras para describirlo. Parecía que un tsunami hubiera arrasado con todo”, declara.
Por último, González recuerda toda la ayuda recibida desde Barbastro. “Como barbastrense, me siento orgulloso y me gustaría agradecer a todos la colaboración. Así como la de mi hermana Yolanda y mi sobrino Marco, quienes me ayudaron en todo. Una vez más, Barbastro está a la altura y desde Valencia lo agradecen. Hoy les ha tocado a ellos, pero mañana nos puede tocar a nosotros”, concluye.
Desde Mipanas y Abiego
Desde Mipanas también llegó la ayuda a Valencia. En este caso, un grupo de voluntarios, entre los que se encontraba Altay Romeu, se desplazó hasta una de estas zonas afectadas. Inicialmente, partieron para transportar material y ayudar en lo que fuera necesario, pero finalmente, decidieron cocinar “un plato de comida caliente”. En total, repartieron casi 400 raciones a todos aquellos voluntarios y vecinos atrapados de la zona. “No te puedes imaginar la desolación de una persona que lleva siete días ayudando sin parar y que no se puede comer un plato caliente o dormir en un lugar cómodo para el día siguiente poder seguir trabajando con fuerza”, comenta Romeu. Al cierre de esta edición, habían planeado volver ayer jueves, pero esta vez más preparados para repartir más raciones.
Iker Jordán, de Abiego, también se sumó a la causa. Militar de formación, este joven se encuentra preparado para saber cómo actuar antes estas catástrofes. Por este motivo, viajó junto a otros dos compañeros hasta las zonas afectadas, concretamente hasta Alfafar, Paiporta y Catarroja. Allí ayudaron en diferentes labores: achicar barro de garajes, desalojar trasteros y coches…
“Llegamos a las cinco de la mañana, nos acercamos a un grupo de bomberos y nos unimos a ellos. Una de las tareas que nos delegaron consistió en ayudar a un anciano a salir de su casa. Para eso tuvimos que quitar los escombros que le bloqueaban la salida”, explica Jordán.
Este joven describe el panorama “como la película de Lo imposible. Hablamos de una superficie muy grande, una catástrofe enorme. Las calles son escombreras, sigue habiendo agua, parkings llenos, las casas destrozadas, gente rezando en la calle… Van a tardar meses en limpiar las calles y volver a la normalidad”, concluye.