Si existe un sonido que caracteriza a la Semana Santa es el de los tambores, bombos, timbales y cornetas que marcan el paso y acompañan a los penitentes en el camino. Tras esas melodías se encuentran cientos de cofrades que ensayan durante meses para que el sonido sea perfecto y uno solo durante todas las procesiones. Y al frente de todas ellas se encuentran los representantes de las secciones de instrumentos; todos jóvenes.
Ángel Gombau, representante de Nuestro Padre Jesús Nazareno, forma parte de esta cofradía cuando contaba con tan solo meses de vida. “Mi familia forma parte de esta cofradía desde que se refundó en el 1949. Con dos meses de vida ya me sacaron en la procesión en un carricoche tuneado”, recuerda entre risas.
Por este motivo, el cargo que ostenta para él simboliza “orgullo nazareno. Para mí significa todo; tanto lo bueno como lo malo. El cariño de los niños y padres, la tranquilidad de hacer las cosas bien o como yo quiero que salgan… Para mí, la banda y como dice el obispo Pérez, los bandarras, es lo más grande que tengo actualmente”. Gombau llegó a este cargo con 29 años, “justo después de la pandemia, en uno de los momentos más duros. Pero, por suerte, he aprendido de los mejores maestros, los anteriores representantes”, declara.
Actualmente alrededor de 80 cofrades conforman la banda, entre tambores, bombos y cornetas. “Somos una sección muy joven; nuestra media de edad se encuentra entre los 18-20 años. De hecho, actualmente cuento con veinte menores de 12 años”, añade Gombau. A su vez, también señala que formar parte de una banda requiere mucho compromiso. “Ensayos en diciembre y enero, con frío, lluvia… Y en el recinto ferial, con el río al lado. Pero todos acuden cada vez que quedamos”, declara.