A dos crespillos y un trago de vino en porrón tocaban los asistentes a la primera Fiesta del Crespillo. La conocida como crespillada nació en una cena. La primera edición se celebró el domingo 20 de marzo en el Coso de Barbastro y actuó la Banda de Música de la ciudad.
Como hemos dicho, esta fiesta tomó forma durante una cena. Entre los asistentes, la entonces concejal de fiestas Elita Davias y Joaquín Coll, escritor, divulgador y gastrónomo.
Davias rememora para El Cruzado: “Yo tenía en mente impulsar un acto lúdico de carácter gastronómico. Pero algo sencillo, las chiretas estaban descartadas por su complejidad. Así, tras conversar con Joaquín Coll aquella noche, ya tuvimos bastante clara la idea. De hecho, apenas ha variado desde entonces”. El impulso del difunto Coll resultó decisivo no sólo para que esa primera edición viera la luz, sino cuando años más tarde, la cita se declaró Fiesta de Interés Turístico de Aragón.
Pero volviendo a aquel primer año, 1994, tras lanzar la idea, no faltaron voluntarios. Davias había fundado apenas unos años antes, en 1991, el grupo Tradiciones. Al principio esta formación sólo se dedicaba a la música popular, pero con la llegada de los crespillos asumieron una nueva responsabilidad. “En la primera edición, nos dividimos –explica María Jesús Sampietro– unos continuaron con nuestro compromiso como coro de la Catedral en la misa de 12 y otros marcharon al Coso”.
Sampietro, miembro de Tradiciones, recuerda el nombre de los primeros cocineros: Asun Palacios, Joaquina Díaz, Anuncia Arroyo, Rosario Solórzano, Jesús Postigo, Dorita Mur, Luis Montes, Rosa Moreno, Nieves Garuz, Ana Pano y Jovita Pardinilla.
“Usamos unos bidones, cinco en total, y los colocamos frente a mi casa”, añade Davias. Según publicó El Cruzado el 26 de marzo de 1994 se repartieron 5.000 crespillos. Joaquín Coll declaró: “Estoy gozando como un enano de cien kilos. Esta iniciativa representa un esfuerzo por poner al día nuestras tradiciones”. Según indicó: “El secreto de un buen crespillo se basa en una buena borraja o espinaca. Luego cada uno le pone anís en grano, huevos, harina y leche”.
La receta que se adoptó aquel año inaugural correspondía a la dada por Jovita Pardinilla. Rosario Solórzano, Crespillera de Honor en este 2024, siguió las pautas de Lola Plana.
En crecimiento
Desde entonces, la cita ha ido a más y nunca han faltado voluntarios. De hecho, el segundo año se incorporaron la Asociación de Hosteleros de la Provincia de Huesca y las Amas de Casa. Y la entonces Asociación de Comerciantes de la Plaza del Mercado proveía de borrajas. “En ninguna edición hemos sentido que podía desaparecer. Nunca hemos dudado de su continuidad”, afirma la impulsora. Y Sampietro corrobora: “Barbastro siempre ha mostrado interés y de ahí que haya crecido. Ahora con 15 ó 16 hornillos en la plaza del Mercado hemos alcanzado nuestro límite”.
Davias explica el éxito popular del encuentro por tratarse de “una fiesta simpática”. Ahora, tras casi tres décadas, sigue ligada al grupo Tradiciones. Ese día nos proporciona “fama y repercusión”, según Sampietro. No en vano resulta habitual la presencia en medios de comunicación de la comunidad y en este 2024, también le hizo hueco unos días antes el programa de Televisión Española “Aquí la tierra” de la mano de la periodista barbastrense Ángeles Cortina.
La mañana de esta fiesta conlleva mucho trabajo de organización y la alegría de ver cómo una humilde verdura se transforma en sello de una ciudad. “No podemos perder de vista –inciden desde la organización– que el crespillo es algo muy nuestro. Muy del Somontano y pocos sitios más. Y que, vivido en la intimidad de los hogares, nos ofrece mucha repercusión más allá de nuestra comarca”.
La borraja
Hemos hablado del postre, pero antes viene la verdura. En esos primeros años, los mismos voluntarios recorrían caminos y campos en busca de las borrajas silvestres. “A pesar de su popularidad dentro de las casas, su cultivo no se encontraba tan extendido y comercializado. Así que íbamos por Barbastro, Burceat o Cregenzán para recoger las borrajas de ricio. El primer año nos vimos negros”, explican desde Tradiciones.
Además de pedir a los hortelanos locales, un nombre propio vino a suavizar gran parte del estrés de alcanzar un número cada vez más creciente de hojas de borrajas. Fernando Fredes lleva muchos años comprometido con el abastecimiento de la verdura.
Desde Tradiciones no titubean al asegurar: “A Fernando le debemos mucho, muchísimo. Lleva ayudándonos de manera desinteresada desde hace años. Aunque en este 2024 un contratiempo no va a permitir que las verdes hojas salgan de su huerto, “como conoce a tanta gente, se ha movido para que no nos quedemos desabastecidos”.
De dónde viene el crespillo
Este postre tradicional se encuentra ligado a la tradición cristiana. Así, se celebra alrededor de la Virgen de la Encarnación, el 25 de marzo, nueve meses antes de Navidad. Coincide con el momento en que la Virgen quedó encinta y, por ello, se elaboran los crespillos para propiciar la fecundidad de las oliveras. Porque, al igual que María dará a luz en diciembre, también en diciembre se recogen las olivas.
Se cuenta que en algunos pueblos el aceite de freír los crespillos se llevaba a los olivares para untar con él las yemas de los árboles. En otros, lo que se llevaba era el ajaceite de la rematadura, creyendo que así se doblarían de olivas. “El significado del crespillo está rodeado de leyenda”, explica Sampietro. Pero todo cobra sentido. Si celebramos que Jesucristo, fruto del vientre de la Virgen nació en diciembre, el fruto de la oliva también se recoge principalmente en este último mes del año.
Otro tema de interés viene dado por la etimología de la palabra crespillo. Ildefonso García Serena, en su obra Elogio de la chireta ofrece dos explicaciones derivadas de la lengua latina. Por un lado crespus por referirse a las barbas o filamentos rugosos de la borraja. Pero él puntualiza: “Dejando aparte la dudosa acepción latina y la no menos extraña razón por la cual el crespillo de Benasque habría de tomar el nombre de un ingrediente que brilla por su ausencia, la borraja, lo obvio es que la voz latina crepito se acomoda mejor al verdadero significado del latín crespus. Propongo pues la palabra latina crepito, que significa crepitar –hacer ruido en la fritura en aceite–como la más razonable”.