“La mayor pobreza es la soledad”. Estas palabras fueron dichas por la Madre Teresa de Calcuta hace bastantes años. Antes de que la soledad fuera considerada una pandemia en nuestra sociedad. Antes de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) dijera que en 2022 más de dos millones de personas mayores de 65 años viven solas.
La soledad, una sensibilidad a la que la Iglesia siempre ha estado atenta. Así la Pastoral de la Salud, presente en toda la diócesis, se dedica a mitigar la enfermedad de la soledad. Sus miembros prestan su tiempo, sobre todo, a escuchar. Pero una escucha, un acompañamiento que a sus voluntarios les cambia la vida.
Los voluntarios
Mª Ángeles Santaliestra ha dedicado a los niños toda su vida profesional, en un colegio y con una profunda entrega y vocación. Ahora, tras 16 años como voluntaria de la Pastoral de la Salud afirma sin titubeos: “Si volviera a nacer me dedicaría a los mayores: te enriquecen a tope”.
Ella comenzó en este voluntariado con su madre. “Yo la acompañaba en sus visitas. Ella, por la edad, lo fue dejando y yo seguí. Mi madre decía que en la casa que falta un abuelé, falta todo”. Santaliestra además del acompañamiento, también lleva la comunión a quienes la piden.
También en su casa conoció Esmeralda Larramona la Pastoral de la Salud. “De pequeña, hubo una época en la que mis padres me hacían salir del colegio media hora antes para llevar a Manolito, un señor diabético, comida caliente. Por supuesto, en aquella época yo no entendía nada”.
Años después, en 1986, el fallecimiento de un señor en Barbastro en soledad conmocionó tanto al sacerdote Joaquín Subías que le encargó a Larramona el trabajo de localizar a quienes vivían solos. Y se hicieron fichas. “Desde entonces sigo vinculada a la Pastoral de la Salud”.
En estos momentos, explica José Luis Palacín, se encuentran retomando la actividad. Durante la pandemia suspendieron las visitas, aunque realizaban seguimiento por teléfono. “Ahora trabajamos para actualizar el listado de esas personas que quieren ser visitadas y reclutando nuevos voluntarios. Todos los interesados pueden contactar con sus parroquias”.
Palacín perteneció a la Hermandad de Lourdes y desde ahí llegó a esta Pastoral. “Aquí canalizó mi vocación y mi sensibilidad de ayudar, de ser vehículo del amor de Dios. No sabía cómo enfocarlo y lo encontré aquí”.
La Pastoral de la Salud se haya vinculada a la Iglesia. “Para ser voluntario hay que tener fe y ver a Cristo en el anciano. Este servicio lo presta la Iglesia. Además, recibimos formación”, explican. Sus visitas, en ocasiones, sirven para conectar más a ese anciano con la familia o con Servicios Sociales. “Pero la prioridad es acompañar y escuchar en sus necesidades físicas o espirituales”.