El individualismo que impera en la sociedad actual se deja entrever también cuando circulamos por nuestras calles. Sea andando, en bicicleta o en coche, somos capaces de ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Detectamos las posibles infracciones que comete el peatón cuando vamos al volante y la del conductor cuando ejercemos de viandantes. Pero eso raramente se traduce en más empatía con el otro.
De un tiempo a esta parte, los patinetes eléctricos han irrumpido en las calles. A lo largo de este año, y desde que la Dirección General de Tráfico diera instrucciones específicas, se ha comenzado a hablar de la normativa que deben cumplir estos vehículos de movilidad personal. Pero, al parecer, no muchos de sus conductores se han informado debidamente de ella. Así se desprende de la actividad de la Policía Local a este respecto. De abril a agosto, 25 denuncias, 70 apercibimientos y siete patinetes incautados.
Y eso que el Ayuntamiento no ha optado por redactar una ordenanza, sino que se atiene a las normas establecidas por la DGT que, por ejemplo, recomienda casco y seguro, convertidos en obligatorios en otros municipios. El objetivo, concienciar y no asustar a los posibles usuarios de un medio de transporte que parece ideal para moverse por una ciudad del tamaño y orografía de Barbastro.
El de la movilidad pasa por tratarse de un tema de largo recorrido. La ciudad cuenta con un plan (que lo suyo costó sacar adelante) desconocido por los barbastrenses, aunque tenido en cuenta en las obras municipales. No se prevé, a corto plazo, aumentar los tramos de carril bici (histórica reivindicación, en general, de quienes se muevan sobre dos ruedas). Tampoco se sabe a ciencia cierta si se extenderá la peatonalización a más calles del centro. Incógnitas actuales que pueden retrasar el deseo de una movilidad más sostenible. Y este sábado se conmemora el Día Europeo de la Movilidad.