Sabe lo que es jugar en categorías superiores, incluso en la guerrillera Italia. Sin embargo, Héctor Otín llega a Barbastro con el deseo de recuperar la ilusión y, sobre todo, de reecontrarse con el gol. A veces, dar un paso atrás sirve para luego, a la larga, dar dos hacia adelante. Otín se caracteriza por ser un jugador muy versátil, con gran zancada y con capacidad para ir al espacio.
¿Cómo ha vivido los primeros días como jugador del Barbastro?
La verdad que empezar de nuevo siempre te da esa incertidumbre y cosquilleo en la tripa. De vez en cuando viene bien. Estaba un poco quemado. Pero dentro de lo que cabe he salido bien del club, con el presidente y con todos. Pero sí que es verdad que a nivel deportivo tenía ganas de cambiar, de empezar otra ruta. La primera impresión en Barbastro ha sido muy buena. El otro día estuve en Robres viendo el partido. Antes entrené un rato también allí. Es verdad que el otro día el campo determinó mucho en el partido porque no estaba bien. Pero qué te voy a contar, porque el de Barbastro tampoco está para tirar cohetes. Veo muy ilusionada a la gente de Barbastro por mi llegada y eso es algo que me motiva aún más.
Sale del Teruel porque necesita jugar y recobrar la ilusión.
Sí, eso es. Cuando firmo el año pasado en Teruel lo hago con un rol muy definido, que lo acordamos entre el director deportivo y el mister: ser uno de los jugadores más importantes de la plantilla a nivel de minutos y así terminó siendo. El año pasado fue fantástico para todos. Este año sí que es verdad que el mister, desde el primer día, quiso probarme en otras posiciones. Intentó ponerme de lateral y yo creo que al final ha menguado el objetivo personal en cuanto a minutos. La relación con el entrenador siempre ha sido buena, también con el director deportivo. Es una decisión que tomé yo. Quería salir, pero quedarme en Aragón. La oferta del Barbastro fue sin ninguna duda la que más ilusión me hizo.
Y eso que tuvo otras muchas ofertas.
Sí, he tenido varias de la Tercera División aragonesa. El proyecto que se está fraguando en Barbastro es ambicioso. Pero lo más clave ha sido que el míster me conoce como persona. Ya tuvimos un pasado juntos en la Ciudad Deportiva, donde él no fue mi entrenador, pero ya me conoce. Sabía cómo soy. Es verdad que otros equipos llamaron antes y estuvieron horas hablando conmigo pero Richi ya me conocía y sabía que lo que me gusta a mí es hablar en persona. Tomamos un café y ya está. La misma ilusión que tiene él me la transmitió a mí al momento. De aquí a dos o tres años, como dice el “presi”, el Barbastro será un club contrastado en Aragón.
Por lo tanto, se podría decir que Richi Gil ha sido muy importante para su llegada aquí.
Sí. Comparto la idea de mi agente que dice que quizá, a día de hoy, los entrenadores que además son profesores –como Richi Gil– son los mejores. En estas categorías de iniciación que están recién salidos de juvenil, para jugadores jóvenes sub 23 que están en la categoría puede ser un buen escenario para ellos. Creo que es bueno tener una persona que no sólo sepa táctica de fútbol, sino que, a parte, sepa gestionar la psicología de los jugadores. Sabes cómo hablar con ellos, cómo tratarles… Eso es lo que le hace especial y diferente en esta categoría.
Ha pasado por el Teruel, pero también por el Ejea… ¿Hacia dónde camina el fútbol aragonés? ¿Se está produciendo una profesionalización?
Creo que van a más. Sí que es verdad que está por ver cómo va a afectar el hecho de esta doble nueva categoría como es la 1ª y 2ª RFEF. Esperamos que sea algo bueno, como decía el presidente del Teruel el año que llegué yo. Él decía que era una buena categoría para que los equipos aragoneses se asentaran. Puede ser algo bueno. Llegué al Ejea el primer año de 2ªB, el año de después del ascenso y nos salvamos con una plantilla que era el 80% aragonesa. Es una buena categoría para los equipos de aquí.
Estuvo en Italia disfrutando de una aventura en la Juventus y en otros equipos. ¿El fútbol es diferente allí?
Mucho. Es otro deporte completamente diferente. La filosofía de entrenamiento de allí, en España se dejó de usar en los años noventa por lo menos. Yo salía de Zaragoza, de la Ciudad Deportiva, y tocábamos la pelota. Llegué a Turín, hicimos la pretemporada y estuvimos una semana o 10 días sin ver los balones. Es que ni los sacaban al campo. Era sólo correr, correr y correr. Tiene ese toque de años atrás, donde el fútbol era más romántico, con el calor de la gente en el estadio. En Italia todos son del equipo de su ciudad.