Ahora y siempre
Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
Ahora y siempre

La oración litúrgica

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
15 diciembre 2024

Para facilitar la preparación espiritual de cara al Jubileo de la Esperanza, 2025, comento hoy un modo de oración: la litúrgica. Esta es la oración oficial de la Iglesia, realizada especialmente en la celebración de los sacramentos y en la Liturgia de las Horas. Es una oración que nos une como comunidad de creyentes y con ella participamos en el misterio de Cristo y renovamos nuestra fe y nuestra comunión con Dios y con los demás.

Lo esencial de esta oración litúrgica es la Misa y la Liturgia de las Horas.

  • La Misa, la Eucaristía, es el centro de la vida litúrgica de la Iglesia. En ella, renovamos el sacrificio de Cristo en la cruz, su resurrección y su presencia viva entre nosotros. La Misa es el momento en que nos unimos a Jesús, ofreciendo nuestra vida junto a Él, y en el que recibimos su Cuerpo y su Sangre como alimento para nuestra vida espiritual.
  • La Liturgia de las Horas es la oración que santifica las horas del día y de la noche. Incluye momentos de alabanza, de petición y de acción de gracias con el fin de consagrar el tiempo a Dios. Esta oración nos recuerda que cada momento o tiempo de nuestra vida está en sus manos y que podemos alabarlo en cualquier circunstancia.

La oración litúrgica es una respuesta de fe y amor a Dios que nos ha dado la salvación a través de su Hijo Jesucristo. A través de la liturgia, nos unimos a toda la Iglesia en una oración universal que va más allá de las fronteras y del tiempo. La liturgia es el acto por el cual toda la Iglesia se une para glorificar a Dios y para interceder por el mundo entero.

Participar en la oración litúrgica nos recuerda nuestra identidad como miembros de la Iglesia y nos da un sentido de pertenencia a una comunidad más grande. Nos enseña a vivir nuestra fe de manera concreta, en comunión con otros cristianos y en unión con la tradición de la Iglesia. Además, a través de la liturgia, aprendemos a poner nuestras vidas en manos de Dios, confiando en que Él es nuestro guía y nuestra fortaleza. Que cada participación en la Misa o en la Liturgia de las Horas nos acerque más a Dios.

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