Llevamos ya dos meses largos viendo cómo cientos de familias ven venirse abajo la obra de toda una vida, incluyendo vivienda, fértiles campos repletos de producción e incluso, en la mayoría de casos, hasta sus más entrañables recuerdos.
Y lo peor es que la tragedia no parece amainar. Difícil panorama el que se les plantea, aun en el supuesto de que parte de las ayudas que se les van prometiendo, lleguen algún día.
El ejemplo de los perjudicados por el terremoto de Lorca, entre otros, que tras diez años, aún hay quienes no las han recibido, crea desasosiego adicional en los palmeros. Por otra parte, las ayudas anunciadas, de poco pueden servir a quienes han de empezar de cero.
Mientras, durante las pasadas semanas, iniciado el tema por 20 Minutos, muy diversa prensa se ha hecho eco de la situación de un pueblo altoaragonés, al que han dado en llamar ‘El pueblo de los cinco hombres’.
Sí, son cinco, solos, y además todos tienen más de setenta años, sin ninguna intención de salir de allí y preocupados por la suerte que correrá todo aquello cuando falten ellos.
Las Bellostas, que es ese pueblo, tenía hace 50 años más de 80 habitantes y una escuela con más de 20 críos. Hoy, a pesar de tan reducida población, el pueblo se conserva en bastante buen estado, y en 2012 les hicieron un espléndido local social con capacidad para bastantes visitantes. Les separa 17 km. de Aínsa y se ha mejorado la carretera.
Gran extensión de tierras fértiles, hospitalidad envidiable por parte de sus habitantes, y la mejor disposición para transmitir a sus nuevos vecinos toda su experiencia sobre los distintos cultivos y todo lo necesario para tener una importante explotación ganadera.
Hace no mucho tiempo, y en especial antes de la pandemia, ¿cuántas de nuestras autoridades, se adjudicaban y decían estar actuando para recuperar la España vaciada? Todos los responsables de organismos oficiales se llenaban la boca con sus intentos iniciados. De los resultados, poco o nada supimos.
Este martes leí en el Diario del AltoAragón una serie de declaraciones de nuestros políticos, que vuelven a sembrar la esperanza en no pocos núcleos como el que comentamos.
El Sr. Lambán aboga por aprovechar recursos en los pueblos “sin sueños románticos”. Nuestro presidente de la DPH pide escuchar a quienes viven en el medio rural si se quiere un futuro lleno de vida.
Algunos CEDER comarcales, que vienen prestando apoyo a quienes desean instalarse en ese medio (aunque desconozco la trayectoria del existente en Sobrarbe y Ribagorza, que es al que correspondería Las Bellostas).
Cito deliberadamente a los palmeros y a los cinco de Las Bellostas porque, seguramente, algunas de las familias que ven el panorama que tienen ante sí en La Palma, pueden ver una solución más fácil en Las Bellostas que en su propia isla.
Tendrían la desventaja de un clima más frío, pero harían felices y recibirían el calor de quienes les acogerían con los brazos abiertos. Pero no tiene por qué ser Las Bellostas el único pueblo que acoja palmeros.
En el inmenso Alto Aragón, caben muchos más, sabiendo además que, aún con diferentes cultivos, son gentes acostumbradas a la dureza del campo.
Si las declaraciones de los más directos y altos responsables de colaborar en esa misión van cargadas de la firme voluntad de actuar, la ocasión les viene bordada. Quizás ha llegado el momento de poner “de verdad” la voluntad de luchar por la tan manida España vaciada. ¡Esperar y ver!