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Eva Fernández: «La renovación que trae Francisco despierta curiosidad e interés»

El Papa Francisco fue, para Eva Fernández, un descubrimiento que la incitó a escribir el libro ‘El Papa de la ternura’. Gestos que curan y sanan

Eva Fernández lleva casi una década trabajando en Roma. Foto: S.Especial
Lola Gª Casanova
05 febrero 2025

Se acaba de celebrar en Roma el Jubileo del Mundo de las Comunicaciones. Una oportunidad para charlar con la periodista de COPE en el Vaticano, Eva Fernández. 

Tras una extensa trayectoria en COPE, la destinan a Italia y el Vaticano. ¿En qué difiere trabajar de periodista en tu país a hacerlo como corresponsal? 

El cambio ha sido total. La vida de un corresponsal es a sobresaltos, muy distinta de la que se desempeña en una redacción. La palabra “desconexión” deja de existir. Casi siempre, de forma inesperada suena el teléfono, recibes un whatsapp, lees una alerta informativa y debes ponerte en acción. Nunca dispones de días festivos. Y a pesar de todo, si te gusta este trabajo se convierte en un privilegio. Veo muy difícil trabajar como corresponsal sin sentir pasión por tu trabajo. Compartir lo que ocurre en el Vaticano y en Italia con los oyentes de COPE es tanto una responsabilidad como una misión que asumo con auténtica pasión. 

En año jubilar, ¿se anima a explicar qué anhelos y “objetivos” mueven al Santo Padre en este Jubileo de la Esperanza?

Recomiendo con todas mis fuerzas, a quien todavía no haya tenido la ocasión, que lea la bula de convocatoria del Jubileo La Esperanza no decepciona. El Papa lanza una bocanada de optimismo a un mundo desanimado que mira el futuro con escepticismo. Por ello, Francisco desea que este Jubileo sea para todos una ocasión de reavivar la esperanza. De comprometerse a hacernos partícipes del sufrimiento de los demás y de restituir esa esperanza incluso a quienes la han perdido. Será un Año Santo que nos hará mucho bien a todos.

Ha escrito el libro ‘El Papa de la ternura’, en referencia a Francisco. ¿Cómo nació en usted la idea de este libro y su título? 

Desde que llegué a Roma uno de mis cometidos ha sido seguir a diario al Papa, leer sus mensajes y no perder de vista sus gestos. Fue un auténtico descubrimiento. Esos gestos contagiosos que curaban heridas había que contarlos, porque era imposible reflejarlos en los 30 segundos de una crónica de radio o televisión. 

La ternura es una palanca que hace vibrar el corazón del Papa y que se convierte en un escaparate visible de su pontificado. A Francisco hay que entenderle desde dentro. Y a mí me intrigaba saber qué había de especial en todos esos gestos que enganchaban a tantas personas. Me di cuenta de que no había ninguna estrategia, sino que eran gestos de cercanía con poder suficiente para curar heridas. Por eso me propuse escribir este libro, que es algo así como un álbum de fotografías convertido en palabras. Los buenos ejemplos arrastran y nos ayudan también a cambiar con la fuerza de la ternura.

Me sigue asombrando que, a pesar de la profunda secularización del mundo occidental, todavía despierte tanto interés la figura del Papa.

El día de la toma de posesión del actual presidente de los Estados Unidos, me llamó la atención escuchar en una tertulia televisiva cómo un periodista lejano a la Iglesia afirmaba rotundamente que Francisco era el único líder mundial que podía contrarrestar alguno de los postulados de la nueva era norteamericana. Naturalmente, un Papa es un guía espiritual. Y el impacto de Francisco se mide en la capacidad con la que sus palabras y sus gestos contagian alegría y ayudan a descubrir la misericordia de Dios. 

Su renovación evangelizadora está en marcha. Y eso despierta interés y curiosidad. 

Todos necesitamos un ancla a la que aferrarnos.

Me imagino que entre sus compañeros periodistas acreditados ante la Santa Sede los habrá no católicos, ni creyentes. 

En efecto, muchos no son practicantes. A nadie se le exige “carnet” de católico para ejercer el periodismo en el Vaticano. Por regla general, me he encontrado con compañeros honestos que procuran informar desde la verdad y con rigor sin dejarse contaminar por lo que “otros” quieren que digan. 

Acostumbro a leer y aprender de profesionales en los que confío convencida de que lo que han escrito es muy posible que sea cierto. Y, aunque contrasto esa información, casi siempre es acertada. 

La honestidad es muy importante para ser buen vaticanista. Y si te empeñas en informar con la verdad por delante, y con respeto a la institución, harás bien tu trabajo. 

El papado de Francisco no está exento de polémica. 

Creo que el Papa Francisco es el pontífice más hostigado de los últimos dos siglos por un hecho lógico: las redes sociales. Un terreno en el que parece que “vale todo”, especialmente para los difamadores en serie. A nada que analizas “el origen” de los ataques, descubres que son campañas orquestadas por sectores a los que no interesa que un Papa vaya en contra del tráfico de armas, de aquellos que han hecho su fortuna destruyendo la tierra sin respetar a sus habitantes o que alerte sobre la necesidad de no dar la espalda a quien huye de sus países en busca de una nueva vida. 

Como periodista hay que acostumbrarse a separar el grano de la paja. Hay tener muy claro que los ataques contra Francisco no consisten en contradecir su mensaje sino en desgastar al mensajero: sembrar dudas sobre su solidez doctrinal, multiplicar el eco mediático de quien se opone al Papa, incluso dentro de la Iglesia. 

Pero Francisco no se deja intimidar. Y quienes le conocen de verdad y leen en origen sus textos sin dejarse contaminar, tampoco. 

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