Las elecciones se acercan. No las vemos aún con nitidez, no tienen decididas fecha ni nómina de candidatos, pero ya se perciben por algunos hechos llamativos que recuerdan esos movimientos de los animales indiciarios de que algo se avecina.

Por muy buena nueva y millones que trajera, no se libra de ser vista a través del prisma de las urnas la visita del Sr. Lambán a Barbastro. Será que los asesores políticos manejan ideas pasadas de sazón, será que a los ciudadanos ya no se les engatusa tan alegremente… muchos se percataron de que la puesta en escena favorecía sin disimulo al partido de los presidentes de Aragón y de la comarca del Somontano, y de que el posterior paseo en el Hospital era por las salas más amables.

Y todo bien fotografiado y publicitado por los gabinetes de prensa que pagamos a escote.
Situaciones así son comunes a todas las siglas políticas, y son cíclicas; tanto que han perdido buena parte de su impacto y se asiste a ellas casi siempre con descreimiento. Motivos sobran.

Hará veinte años que el Centro de Salud de Barbastro necesita espacio, mejoras. Desde 2006 pagamos el alquiler de locales, desde 2020 también de módulos prefabricados. Entre una fecha y otra y hasta hoy el proyecto de ampliación del antiguo ambulatorio estaba diseñado, pero su realización no lograba salir de los despachos. A punto de caducar ya la cesión de los terrenos.

Mientras, hemos dejado atrás a otros consejeros, alcaldes y presidentes, todos comprometieron fechas y esas fechas quedaron obsoletas. Tanto tiempo ha transcurrido que al problema del espacio, el continente, se le ha añadido el del contenido; es decir, la plantilla médica, asunto gravísimo, urgente, sobre el que Lambán apenas dio una dubitativa explicación a la prensa.

La salud es un tema de primer orden. No es político, es social. Sencillamente, merece un tratamiento serio. Nunca debería ser el mensaje de un altavoz publicitario.