Se cumplen diez años desde que Sheila Ayerbe asumiera las guías de la Catedral de Barbastro y el Museo Diocesano. Una década en la que su trabajo le ha conducido hacia unas visitas más individualizadas. “En absoluto se trata de llevar un guion establecido y soltarlo sin más y sin tener presente a quién tienes delante. La experiencia indica hacia dónde conducir la visita. Si interesa más la parte artística o la histórica, si llega el momento de introducir anécdotas o de cambiar de pieza cuando observas cómo los ojos del turista ya se han movido hacia la siguiente obra a pesar de que tú todavía sigues hablando de la anterior. Por tanto, cada visita resulta diferente”, explica. Con grupos numerosos orientar las explicaciones se vuelve más difícil porque no todo el mundo muestra la misma atención.
Aunque siempre se intenta. En algunas ocasiones se ha colado la polémica política que acompañó el regreso de los bienes. Sin embargo, la inmensa mayoría de los visitantes muestran un profundo respeto e interés ya que “no han pagado una entrada en vano y saben a lo que vienen”, puntualiza.
A veces, le indican que profundiza demasiado en la historia de la Catedral de Barbastro, “pero para mí esa parte resulta de una trascendencia capital para entender el significado de este templo, no se debe acortar”, justifica. Asimismo, también en la Historia del Arte, según evolucionan las investigaciones, los criterios cambian. Por lo que aspectos, que en un momento se explicaban de una forma, al cabo del tiempo se entienden de otra y todas estas novedades influyen en el trabajo del guía.
Su labor en el Museo Diocesano ofrece dos partes. Una de ellas le permite seguir estudiando la Historia del Arte y la otra, darlo a conocer. “Por tanto, me resulta muy gratificante porque me gusta el arte y el contacto con la gente. No cabe duda de que hablar de lo que a uno de gusta es un placer, ¿no?”.
En cuanto a la procedencia de las visitas predominan los españoles. En cuanto al público extranjero han recibido a ciudadanos de Francia, Inglaterra, Holanda y hasta de algún país asiático, como Japón. Para ello también realizan las explicaciones en francés e inglés.
No obstante, más allá de su propia realización personal, los guías turísticos buscan atrapar al espectador. En este empeño Sheila Ayerbe incide en la actitud. “No valoro tanto la cantidad de gente a la que atiendo, sino su grado de satisfacción. Para esto, la sonrisa no debe faltar nunca. Que se despidan de ti diciéndote: ‘Cómo se nota que te gusta’, llena de satisfacción”.