En una noche que quedará inscrita en la memoria colectiva de Barbastro, el Municipal de los Deportes fue el escenario de un nuevo capítulo en la historia de su club. La UD Barbastro, equipo de Segunda RFEF, se alzó victoriosa frente al RCD Espanyol, de Primera División, con un marcador de 2-0 en la segunda ronda de la Copa del Rey. Esta hazaña, la segunda consecutiva ante un rival de máxima categoría, reafirma el espíritu competitivo y el misticismo que rodea a esta institución en el torneo.
El día comenzó con una atmósfera de ilusión y expectación en la ciudad. Desde la rotonda del pabellón Ángel Orús, aproximadamente 200 aficionados se congregaron para recibir a los jugadores rojiblancos con cánticos y banderas, creando un ambiente de unidad que resonaba en cada rincón de la ciudad. Cuando el autobús del Espanyol apareció en escena, los gritos se intensificaron, buscando establecer el primer golpe psicológico de la noche.
Una vez en el estadio, los seguidores ocuparon sus lugares en las gradas con una mezcla de nerviosismo y esperanza. El equipo no estaba atravesando su mejor momento en la liga, pero la copa tenía un aura distinta. La lona desplegada en la grada del gol del bar resumía el sentimiento colectivo: “Barbastro abraza su sueño”, acompañada de la imagen icónica del barbudo local sosteniendo el trofeo. Este mensaje, cargado de simbolismo, marcó el preludio de lo que estaba por venir.
El encuentro comenzó con el Espanyol intentando imponer su superioridad. Los jugadores visitantes manejaban el balón con paciencia, explorando cada rincón en busca de una grieta en la defensa barbastrense. Sin embargo, el conjunto local, disciplinado y aguerrido, no cedió terreno. Marc Prat, en la delantera, se convirtió en el punto de apoyo en las transiciones, luchando cada balón con determinación.
La primera acción de peligro por parte del Espanyol llegó temprano, pero la defensa local respondió con solidez. En el minuto 21, el portero Arnau Fábrega hizo su primera intervención destacada, deteniendo un disparo a quemarropa que amenazaba con inaugurar el marcador. Aunque una salida en falso unos minutos después generó incertidumbre, el Barbastro resistió con firmeza.
El primer tiempo avanzó sin goles, pero no sin emociones. La afición local comenzó a sentir que algo especial se gestaba. En el minuto 42, una jugada de Prat por la banda derecha dejó entrever que el Barbastro tenía la capacidad de sorprender. Así, llegó el descanso, con el marcador aún intacto.
En la reanudación, los locales salieron con más ambición. Apenas en el minuto 45, un disparo de Albin rozó el palo, provocando un suspiro colectivo entre los presentes. Poco después, Sito Barrera inició otra jugada peligrosa que culminó sin éxito, pero el Barbastro empezaba a mostrar que estaba dispuesto a más.
El momento decisivo llegó en el minuto 55. Sito Barrera, con una jugada individual que dejó atrás a dos defensores, fue derribado dentro del área. El árbitro no dudó en señalar el penalti. Con temple, el propio Sito transformó el lanzamiento en gol. La euforia estalló en el estadio, y las calles de Barbastro vibraron con los gritos de alegría.
El Espanyol intentó reaccionar, pero Arnau Fábrega, nuevamente providencial, detuvo un disparo crucial en el minuto 58, consolidándose como una de las figuras clave del partido. Mientras tanto, el Barbastro, envalentonado, comenzó a triangular con confianza, arrancando los “olés” de la grada.
La sentencia llegó en el minuto 81. Tras un balón muerto en la frontal, el lateral local probó suerte con un disparo que encontró las redes. Pacheco, guardameta del Espanyol, no logró detenerlo, y el marcador reflejaba un 2-0 que parecía imposible al inicio de la noche.
Con el pitido final, la celebración fue total. Los jugadores dieron la vuelta al campo, agradeciendo a la afición su incansable apoyo. En las gradas, las lágrimas de emoción se mezclaban con los cánticos, mientras el sueño de Barbastro cobraba vida una vez más.
Esta victoria no solo representa un triunfo deportivo; simboliza el poder de la perseverancia y la unión de una comunidad que, contra todo pronóstico, se niega a rendirse. Ahora, el Barbastro espera su próximo rival, con la posibilidad de enfrentarse a un equipo de la Supercopa, como el Real Madrid, Athletic Club, Mallorca o el FC Barcelona. Sea cual sea el desenlace, la noche del 3 de diciembre será recordada como un testimonio de lo que el fútbol, y un pueblo, son capaces de lograr.