El presidente de Aragón, por fin, ha visitado Barbastro, séptima ciudad de nuestra comunidad en número de habitantes. No lo ha hecho para conocer las inquietudes de sus ciudadanos a través de quien les representa, su Ayuntamiento, sino para presentar el proyecto del demandado Centro de Salud en la sede comarcal. Conviene insistir en el feo que el ejecutivo regional ha hecho con este gesto a los barbastrenses, que han cedido –regalado para que se entienda– los terrenos para la infraestructura sanitaria y han bonificado –de nuevo regalado– hasta el 95 por ciento del impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras.

Feos aparte, y con la moderada alegría por la presentación de un proyecto que (menos mal) ha llegado con financiación detallada, confiamos en que durante su visita a la planta Materno-Infantil el señor Lambán haya anotado las carencias de la zona más afectada de Aragón por la falta de facultativos, como señala Cemsatse y como sufren los usuarios del Sector Salud Barbastro. Jubilaciones sin relevo y falta de cobertura de vacantes añaden carga de trabajo a los profesionales y generan constantes demoras. Meses para una consulta o para una prueba que, en caso de reclamar ante Atención al Paciente, se agiliza a costa de mandar a otro paciente al final de la lista.

El panorama de la sanidad aragonesa, desde el cristal de este sector, inquieta. Y más si consideramos que a este problema estructural se le buscan soluciones solo para salir del paso, como el abono extraordinario de las guardias vacantes de Primaria, que aliviará el estío pero no remediará la preocupante escasez de profesionales sanitarios en Atención Continuada. Al paso que vamos, corremos el riesgo de que para cuando venga el político de turno a cortar la cinta del Centro de Salud de Barbastro no haya profesionales para abrir las consultas.