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Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
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¡Larga vida a la Constitución!

Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
12 diciembre 2024

Tengo que tocar “a cuatro manos” en este número de El Cruzado, en la misma semana en la que nuestra Constitución cumple 46 años de vigencia. Ratificada en referéndum con el voto afirmativo del 87,8 % de los españoles, es uno de los textos más longevos de las nueve Constituciones que han visto la luz en nuestro país desde que, las Cortes de Cádiz, hicieran pública ‘la Pepa’, así llamada por haber sido promulgada el 19 de marzo de 1812 en plena respuesta del pueblo a la invasión napoleónica.

Algunas tuvieron fugaz vigencia y un par de ellas ni lograron entrar en vigor. En cambio, nuestra actual Constitución puso fin a 40 años de dictadura tras el traumatismo colectivo de una cruenta guerra civil y ha propiciado más de cuatro decenios y medio de seguridad jurídica y estabilidad política. No es inútil recordarlo, ya que la memoria histórica sufre en nuestro tiempo alguna que otra tergiversación y corremos el riesgo de que las dramáticas circunstancias de nuestra transición a la democracia caigan en el olvido.

Por ello, es de agradecer que dispongamos de un ordenamiento jurídico estable y positivo, mejorable como toda obra humana, pero ampliamente satisfactorio, que conviene cuidar como los objetos preciosos, que no conviene manosear demasiado no sea que se escurran de entre los dedos y se hagan añicos.

Los padres de esta Constitución supieron dar cauce al sentir mayoritario del pueblo español en aquella década de los 70 del siglo pasado, que por primera vez en muchos años fue capaz de dejar a un lado la actitud de permanente conflicto, dolorosamente descrito por Antonio Machado en Campos de Castilla, poniendo imagen al ancestral cainismo español contra el paisaje (“el hombre de estos campos que incendia los pinares / y su despojo aguarda como botín de guerra, / antaño hubo raído los negros encinares, / talado los robustos robledos de la sierra…”) y contra sus vecinos: (“veréis llanuras bélicas y páramos de asceta / –no fue por estos campos el bíblico jardín–: / son tierras para el águila, un trozo del planeta / por donde cruza errante la sombra de Caín”), cainismo patéticamente presente en los versos de La tierra de Alvargonzález.

La vigente Constitución tuvo un precio que los españoles abonamos gustosamente gracias a unas virtudes indispensables y dignas de encomio, entre las que destaca la reconciliación tanto de las personas como de las posturas ideológicas, tan ausente del actual discurso político, dominado por cordones sanitarios, líneas rojas, construcción de muros y polarización irreconciliable. Espero que el aniversario de la Constitución nos proporcione algo más que un “puente” laboral y que no estemos regresando a aquel cainismo, que tanto hizo sufrir a nuestro poeta…, y no sólo a él.

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