Alto Aragón

José Antonio Satué: “Lo que ocurrió hace 2.000 años puede ser fuente de vida y esperanza para los cristianos”

El obispo de Teruel y Albarracín es el encargado del Pregón de Semana Santa de Barbastro, este sábado en la Catedral

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José Antonio Satué, obispo de Teruel y Albarracín, ofrece el pregón este sábado. Foto: S.E.
Ascen Lardiés
09 abril 2022

El obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, pronunciará este sábado el Pregón de la Semana Santa de Barbastro donde, confiesa, tiene muy buenos amigos. Natural de Sesa, el Alto Aragón –“muy parecido a Teruel: pueblos pequeños con muy buena gente” ha sido el escenario de su ministerio sacerdotal que, desde 2015 y hasta su designación episcopal en julio pasado, ejerció en Roma. Pero incluso en esos años, y coincidiendo con la Semana Santa, regresaba a su tierra a “echar una mano” a sus compañeros, poniéndose a disposición de las necesidades pastorales. 

Porque la Semana Santa conlleva más trabajo, “del bueno”, para los sacerdotes y constituye una realidad con muchos prismas que “en la medida que intentemos compaginarlos y cuidarlos resultará mejor para todos”. Habla de una labor cooperativa, en la que la Iglesia se cuida de que “estas celebraciones no pierdan su llama, porque si la pierden no son provechosas para nadie”. Por eso tiene claro que actos como el Pregón sirven para “remover un poco el fuego, las brasas, para que lo que está al fondo, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, se pueda vivir no como algo del pasado que recordamos sino como una realidad que puede dar vida y esperanza a nuestra vida actual. No es un recuerdo, es una actualización”.

En el contexto actual de salida de la pandemia, guerra en Ucrania, problemas económicos, subida de precios… Monseñor Satué plantea que “aquello que ocurrió hace 2.000 años puede ser fuente de vida y esperanza para los cristianos y gente de buena voluntad que está viviendo tantas cosas que nos preocupan”. Es lo que pretende reflejar en un Pregón que unirá a sus palabras la “emoción, la música”, a cargo de Patricia Badenas. 

Miembro de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana de la Conferencia Episcopal Española desde noviembre pasado, anima a “abrir los ojos cada día” por muy dura que será la realidad. “Lo que vemos en Ucrania es terrible y condenable. En Camerún hay una guerra fraticida desde hace años que desgraciadamente casi nadie conoce. Estar abiertos a esta realidad puede resultar duro e incómodo, pero es lo que nos humaniza y nos puede ayudar a hacer este mundo un lugar mejor”, puntualiza. 

La brújula de la labor la sitúa en la cruz: “El palo vertical apunta a Dios y el horizontal, a los hermanos y hermanas que tenemos alrededor. Si perdemos alguno, perdemos nuestra identidad como cristianos. Espiritualidad sin solidaridad, no sé si es espiritualidad cristiana. Y solidaridad sin espiritualidad puede ser una manera de exhibirnos.” Por eso cobra importancia la obra social de las cofradías, reflejo de la rica realidad asociativa de la Iglesia. En su historia secular, precisa, “los sacerdotes estamos como consiliarios pero son los laicos y las laicas los que se organizan. Las cofradías aportan mucho en cuenta a organización, participación y poder de convocatoria para personas que en otros ámbitos de la Iglesia son más difíciles de atraer, como son los jóvenes”. 

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