Barbastro

Panadería Buera: «Los viernes, Domingo, el de Berbegal, dormía junto al horno»

El 31 de marzo, panadería Buera cerrará. Ni trabajar mucho, ni trabajar de noche les ha restado sentido del humor a esta familia: Ana Mª Buera, Arturo Morancho y Mª Jesús Feixa

Panadería Buera Barbastro
Arturo Morancho, María Jesús Feixa y Ana María Buera, el equipo de Panadería Buera que se jubila. FOTO: L.G.
Lola Gª Casanova
29 marzo 2023

Panadería Buera cierra sus puertas. Tras 70 años acaba esta historia de fidelidad. Fidelidad a una manera de hacer las cosas, en lo profesional y en lo humano. Fieles hasta el final. Mariano Buera, hijo de panaderos, abrió este negocio en Barbastro en 1953. Lo continuó su hija Ana Mª y su marido Arturo junto con la leal María Jesús.

Ana María, ¿cómo se sintió cuando decidieron cerrar? 

Al principio me quedé inmune, nada. Porque estos últimos años están resultando muy duros. Por un lado, nos encontramos con el aumento del precio de las materias primas. Nuestro gasto en harina ha subido un 60% y no lo hemos repercutido. A esto suma la energía, los gastos laborales. Trabajamos de manera completamente artesanal, sólo contamos con una máquina para amasar. Así que ya no se trata de un negocio, porque esto resulta completamente antieconómico.

De todos modos, lo más frustrante para nosotros es la falta de compromiso del personal. Primero, no se encuentran trabajadores y segundo, no se quieren implicar. Y también pesa la edad, tanto Arturo como yo superamos los 75 años. Ha llegado la hora. Aunque duele, y mucho, por los clientes. 

Los clientes, ¿cómo han reaccionado? 

Les debemos mucho. Mi hija hubiera seguido. De hecho, sin su apoyo en estos tiempos hubiésemos cerrado antes. Hay mucho que agradecer, pero quiero nombrar a la familia Fierro Bometón, los mejores vecinos que uno pudiera soñar.

Las muestras de cariño llegan. Hoy ha venido una señora de más de 90 años, la han tenido que acompañar, a despedirse. Además, algunos comentarios por Facebook nos han llevado a las lágrimas, explica también María Jesús.

María Jesús, lleva 43 años en Buera, ¿qué va a hacer? 

Me jubilo. Me satisface que me hayan ofrecido otros trabajos. Pero en mis circunstancias, me jubilo, mis hijos tampoco quieren que siga en activo. 

Va a ser muy difícil no vernos todos los días –apunta Ana María–porque ella forma parte de la familia, ¡más que familia! De hecho, es la madrina de nuestro único nieto.

Arturo, ¿cómo comenzó con la panadería? 

Nací en Campo. Y un día el panadero le pidió ayuda a mi padre, y como mi familia le debía dinero, me mandó a mí. No te creas, no me gusta mucho… ja, ja. También trabajé en Benasque, pero por un salario de miseria, así que me marché a Francia. 

¿Y cuándo entra en Buera?

Regresé a Barbastro para cumplir el servicio militar y para sacarme unas perras pedí trabajo aquí. Acabó la mili y regresé a Saint Lary. Al cabo de un tiempo me llamó Mariano Buera para hacerme socio. Yo lo rechacé, pero sí acepté trabajar. Y aquí sigo porque me casé con la dueña.

Ana María, este negocio lo comenzó su padre. 

Pero el primer panadero fue mi abuelo paterno Antonio Buera Coscojuela, de Pozán de Vero. Aquí abrimos en 1953, no había apenas casas, todo rodeado de huertas. Así que vendíamos el pan por otras tiendas. Mi madre se sacó el título de modista, pero lo dejó para trabajar en la panadería. Aún mantenemos activo el primer horno. Un Ferré Mateu no giratorio. Una vez mi padre quiso cambiarlo, pero mi madre y yo nos opusimos. Es que somos así, unos clásicos. Y todo en horno de leña, más complejo de manejar que los eléctricos. 

Además, junto a este horno dormía Domingo, el tonto de Berbegal.

Domingo dormía aquí todos los viernes y siempre, antes de irse, escobaba la panadería. Un hombre entrañable al que queríamos y no era nada de tonto. 

Y luego reparten el pan que no han vendido.

¡Por supuesto! Nunca ofrecemos nada del día anterior. Cualquier persona puede venir a la hora de cierre. Suelen acudir gitanos, pero se lo damos a quien lo necesite. Fíjese, hay gente para todo y hemos perdido clientes porque no les gusta que se lo entreguemos a los gitanos. ¿Qué querían que hiciésemos con el pan?, ¿que lo quemásemos? 

Han compartido trabajo y matrimonio.

Yo lo viví así con mis padres, lo veo normal y cuando hay que discutir, se discute. 

¿Qué planes tienen?

Vivir como hasta ahora y viajar, que siempre nos ha gustado. Mi hija está preparando una escapada familiar a Múnich, una ciudad preciosa. Y ya nos acostumbraremos a esta nueva etapa, ¿no?

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