Nuestra orquesta diocesana regresa a la normalidad. Hemos salido de gira, como cada comienzo de curso, en la XXV Peregrinación Diocesana a Lourdes para ofrecer a su Madre a los hijos más queridos: los enfermos, los ancianos, los más vulnerables o desvalidos…; a todas las familias y, especialmente, a los más jóvenes. Le hemos llevado como regalo nuestro flamante Proyecto Mariano Evangelizador, que nos ayuda a descubrir en María de Nazaret la mejor mediación para encontrarse con su Hijo.
Hasta este viernes, 2 de septiembre, los cincuenta y cuatro sacerdotes en activo de nuestra Diócesis hemos pasado la «ITV» para poder responder adecuadamente, con la colaboración de los consagrados y de los laicos más comprometidos, a todas las necesidades apostólicas de los hijos diseminados en nuestras 254 parroquias, para que a ninguno les falte el pan de la palabra, el pan de la eucaristía y el pan de la ternura de Dios.
Este año vamos a seguir centrándonos en lo esencial. Trataremos de reducir actividades, simplificar la estructura diocesana, consolidar y coordinar la gestión, y aunar esfuerzos las actividades pastorales que programen las delegaciones. La coordinación correrá a cargo del equipo sacerdotal y laical de cada una de las ocho unidades pastorales, junto con los animadores de la comunidad, los distintos agentes de evangelización y los voluntarios.
Estos meses, si Dios quiere, van a estar marcados por un acontecimiento de gracia insólito como es la apertura del proceso diocesano de beatificación de los 250 mártires siervos de Dios que todavía no han sido beatificados. Barbastro-Monzón será la diócesis de las tres emes: misionera, mariana y martirial.
El último reto del curso será dinamizar y equipar el Seminario Diocesano como Casa de la Iglesia para ofrecer diferentes servicios que favorezcan y complementen la gestión y atención pastoral. Como veis, el Señor sigue bendiciéndonos copiosamente.
Damos gracias a Dios pero, al mismo tiempo, ofrezcámosle lo mejor de nosotros mismos, yendo todos a una para que nadie se pierda. ¡Sé que puedo contar contigo! Gracias de antemano por tu paciencia y comprensión. Que Él te bendiga y te devuelva con creces lo que tú le ofreces y yo jamás podría pagarte.