Javier García Antón trabajó durante más de 30 años en El Diario del Altoaragón. Llegó a ocupar el cargo de director y tras toda una andadura profesional en este medio vivió un despido “en diferido”, como él mismo lo califica.
Una situación que provocó que la angustia, la impotencia y la depresión se apoderaran de su vitalismo natural. García Antón iba a trabajar “imaginándome una espada de Damocles sobre mi cabeza. Cada vez más mermado. Me estaba hundiendo”.
Escribió como parte de su terapia para superar una depresión.
Mi doctora Olga Ordás y mi psicóloga, María Ángeles García Soto, a las que siempre estaré inmensamente agradecido, deciden que, como parte de mi recuperación, debo escribir como siempre lo había hecho. Y escribir una hora diaria. Ni más, ni menos. Y me pongo a ello. Así nace este libro.
Cuando escribía recomponía mi ser. Y aquí tenemos el resultado: un diario que abarca mis 106 días de depresión.
¿Le resultó fácil pedir ayuda?
Yo oculté a mi entorno lo que ocurría en mi trabajo. Nadie sabía nada. Sí lo consulté con mi abogado. Él insistía en que siguiera trabajando, hasta que un día no pude más y él me recomendó a María Ángeles García Soto. ¡Y gracias a Dios que lo hice! Porque yo era de los que no entendía por qué la gente iba a los psicólogos.
Y algo tan íntimo, ¿por qué decide publicarlo y exponer su vulnerabilidad?
Las primeras que me animaron a ello fueron mi psicóloga y mi médico. Pensaban que este relato podía ayudar a otras personas que se encontraran en una situación similar. Hubo otros amigos que también lo leyeron y todos coincidieron.
Sé que es hacer un desnudo pero, el hecho de poder ayudar me atrajo. Además, me interesa poner la atención en la ingente cantidad de personas de más de 50 años que se encuentran en medio de un vacío laboral y que se sienten inútiles. Llenos de dudas, de impotencia. No nos damos cuenta de esta situación alarmante, no veo titulares.
Los parados mayores, ¿a ellos va destinado el libro?
Lleva por subtítulo “Diario de un náufrago laboral en la recuperación de su integridad. Una dura travesía en el desierto”. Por lo que me comentan, he acertado al publicarlo.
En las presentaciones observo cómo se acercan mujeres, siempre suelen ser mujeres, para que se lo dedique a alguien que está padeciendo parecidas circunstancias.
Hablar de depresión puede desanimar a su lectura.
Pues le digo que se trata de un libro lleno de esperanza. El momento en el que la persona se recompone. En mi caso soy vitalista y siempre he mirado para adelante. También quiero recomendar que cuando se atraviesa una situación así sepamos pedir ayuda.
¿Ha conservado la redacción inicial?
Sí. No lo he edulcorado. Ha habido correcciones de estilo, pero no de fondo.
Usted rechazó la oportunidad de una prejubilación.
El escenario de la prejubilación me incitó a la rebeldía. A mí me jubila la gente o la merma de mis facultades. De ahí el título, Contracorriente. Mi madre decía que era un contracorriente. No ir contracorriente, sino ser, que significa estar dispuesto a defender la justicia y tu integridad aún a costa de tu comodidad.
Tratándose de un libro escrito por el director de un periódico que es despedido uno puede sospechar que se trata de una venganza.
En absoluto. De hecho, si hubiera querido convertir el libro en un ajuste de cuentas habrían aparecido nombres y apellidos. Y no es así. Yo lo califico de “psico-drama”. No se trata de un ensayo. Y al final aparecen unas recomendaciones de, llamémosle así, autoayuda.
Cuando uno vive una situación de este tipo, el sol aparece turbio, pero al final sale y lo importante es vivir. Si uno vive, resiste.
Usted habla de la importancia del foco, de poner el foco.
Tras esta travesía del desierto, me encontré con una misión: la de crear un diario provincial. Huesca iba a perder un medio de comunicación y yo también debía devolver a esta provincia parte de lo que me ha dado. Y me siento agradecido a toda la gente maravillosa que se vino conmigo y a los que me mostraron su afecto cuando fui despedido, que, en verdad, fue un aluvión.