Septiembre y octubre han sido meses de múltiples reuniones para programar el nuevo curso, establecer criterios comunes de actuación y optimizar nuestros recursos humanos y materiales.
Poco a poco vamos familiarizándonos con la nueva estructura diocesana y su nomenclatura: cuatro arciprestazgos, ocho unidades pastorales para 254 campanarios, cuatro delegados –anuncio, caridad, celebración y comunión–.
Y los coordinadores de las áreas pastorales: catequesis, enseñanza, pastoral juvenil-vocacional, laicos, familia y vida, medios de comunicación, Cáritas, Manos Unidas, pastoral de la salud, cofradías, animadores de la comunidad, grupos de liturgia, coro…
Os comparto algunos criterios para el área de Anuncio: Establecer en cada una de las unidades pastorales un sacerdote y un laico que coordinen el área de Anuncio.
- Unificar toda la catequesis desde los niños de precomunión, Comunión, postcomunión hasta Confirmación y los de postconfirmación (colaborarían con los catequistas y atenderían a los más pequeñines de precomunión ofreciéndoles juegos, oraciones, cantos, celebraciones…)
- Garantizar la formación de los catequistas y la participación de los propios jóvenes (Encuentro en la Esperanza antes del segundo curso de Confirmación). Al formar a los más pequeños, se engancharían los más jóvenes. Esto supondría contar con un relevo generacional en unos años.
- Ofrecer un campamento desde la propia unidad pastoral. Aprovechar los inmuebles de que dispone la Diócesis. Programarlo con tiempo. Contar con el personal titulado.
- Instaurar, si se puede, la misa de familias en cada unidad pastoral.
- Escoger una docena de familias que sirvan de soporte y base para la comunión y coordinación de todas las actividades pastorales que se llevan a cabo en la unidad pastoral.
- Vivir vocacionalmente el servicio pastoral que a cada uno le toca impulsar.
- Propiciar un clima de comunión, coordinación y corresponsabilidad en todo, evitando llaneros solitarios en los grupos apostólicos o comunidades.