Hoy os hablo de la oración de alabanza y de la oración de petición e intercesión. La oración de alabanza es oración de gratitud y asombro por la grandeza de Dios. Reconocemos que Dios es el Creador de todo y es una forma de vivir con alegría y en paz, conscientes de que Dios nos ama profundamente y de que estamos siempre en sus manos.
La Biblia nos ofrece muchos ejemplos de alabanza, especialmente en el libro de los Salmos, donde encontramos expresiones de amor y gratitud hacia Dios. Nos recuerda que Dios está siempre con nosotros, sosteniéndonos y guiándonos. La alabanza nos ayuda a vivir con un corazón agradecido y a reconocer que cada momento y cada circunstancia son una oportunidad para experimentar el amor de Dios.
La oración de petición e intercesión es un acto de confianza en el Señor. Refleja nuestra relación filial con el Padre, que acoge nuestras súplicas y conoce nuestras necesidades aun antes de que las expresemos.
La oración de petición es aquella en la que nos dirigimos a Dios en momentos de necesidad o incertidumbre. A través de esta oración, expresamos a Dios nuestras esperanzas, miedos y preocupaciones, confiando en que Él nos escuchará y nos sostendrá. La oración de intercesión, por su parte, es una súplica que elevamos a Dios no solo por nosotros mismos, sino también por los demás, especialmente por aquellos que están pasando por situaciones difíciles o que necesitan la gracia divina.
Esta oración es un acto de amor y solidaridad, pues a través de ella participamos en las necesidades de los demás y nos unimos a sus sufrimientos. La intercesión es una forma concreta de vivir el mandamiento de amar al prójimo. Son ejemplos la oración por los enfermos y necesitados, la petición de orientación y guía: y la oración por la paz y la justicia. La intercesión no solo es un acto de fe, sino también un ejercicio de caridad. Nos enseña a pensar en las necesidades de los otros y a sentirnos unidos a sus luchas, sabiendo que la oración tiene el poder de fortalecer a aquellos por quienes rezamos.