La dimisión de la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barbastro, y responsable del área de Servicios, Raquel Salas, no ha sorprendido en demasía a quienes siguen más o menos de cerca los entresijos de la vida política local.
La distancia entre algunos integrantes del Equipo de Gobierno PP-C´s ha sido en los últimos meses más que notoria, reflejo en parte de las diferencias de criterio sobre cómo afrontar la gestión municipal y, más en concreto, sobre cómo desbloquear e, incluso más allá, sobre cómo poner en marcha un Ayuntamiento cuya parálisis resulta evidente.
Aun teniendo en cuenta la pandemia y todo lo que se pueda añadir, es difícil entender en qué punto se encuentran y cómo han llegado hasta allí proyectos como el de instalaciones deportivas, la apertura del Cementerio Municipal o el convenio con la Comarca del Somontano para la limpieza de la ciudad. O cuál es el motivo por el que los Bonos Impulsa no han circulado todavía (está previsto que lo hagan la semana próxima).
Son solo cuatro ejemplos de una gestión que ni se entiende ni se hace esfuerzo alguno por explicar. Lo que sí se entiende es la creciente sensación de adormecimiento y falta de impulso para una ciudad que demanda de forma acuciante decisiones, un puñetazo en la mesa, mucha audacia y una mirada ambiciosa hacia el futuro.
De la parálisis, por cierto, tampoco se libra la oposición municipal. Cuatro partidos –PSOE, PAR, Barbastro en Común y Cambiar Barbastro– piden ahora, a seis meses de la elecciones, un Debate sobre el Estado de la Ciudad, petición legítima y constructiva, que además será inédita en Barbastro: nunca se ha realizado un debate similar.
Bienvenido sea. Será una oportunidad para examinar al Equipo de Gobierno –que tiene la oportunidad de explicar qué pasa– pero también al resto de formaciones, para comprobar los haberes de una legislatura que pasará a la historia como una de las de menor sustancia y acción política de nuestra reciente historia.