El titular lo deja claro: el Ayuntamiento de Barbastro, durante los años 2021 y 2022, no fue pulcro en la gestión económica y financiera. Ni los contratos salían como debían, ni se contabilizan bien algunos conceptos ni existe un inventario de patrimonio que deje clara cuál es la situación patrimonial.
También se constata el elevado remanente de tesorería, con un superávit de más de cien euros por habitante y un endeudamiento “casi nulo”.

Esta realidad, referente a los dos años citados, queda constatada en el informe de la Cámara de Cuentas de Aragón. Uno de los consejeros, en su comparecencia en sede parlamentaria, indicó que consta que, “a partir de 2024 se están motivando adecuadamente los procedimientos”.
De hecho, el propio consistorio ya ha informado de que trabaja en mejorar, con un Plan Anual de Contratación y con el famoso inventario (hubo un tiempo en el que se preguntaba por él en cada pleno) en proceso.

Sin duda, se trata de una buena noticia que alguien revise cómo se gestiona una institución, si se cumplen o no los requisitos legales a la hora de contratar. Lo recomendable, de hecho, pasaría por que fuera lo normal. Este órgano se creó en el año 2001 y con el Estatuto de Autonomía de 2007 se estableció que se encargaría de fiscalizar las entidades públicas del territorio aragonés, si bien no entró en funcionamiento hasta 2010.

Sin embargo, el presidente de la Cámara de Cuentas reconoció que “es la primera vez que el Ayuntamiento de Barbastro se ha sometido a fiscalización”. Se desconocen los motivos, pero ha transcurrido más de una década hasta que se han revisado las formas y el fondo de la gestión en la ciudad.

Así que solo cabe desear que continúen las auditorías, en este y en próximos mandatos, con el objetivo de que el dinero público, el de todos, llegue a donde tenga que llegar de una manera eficiente.